Para redactar una columna de opinión se necesita dos herramientas básicas: contexto y concentración. Hoy solo dispongo de una herramienta y es el contexto, disculpen mi atrevimiento y es que mi concentración toma un camino distinto cuando me tengo que dirigir a la figura materna, aquella figura que hoy brilla como mi luz celestial.
Mayo es un mes significativo para el valor anual que tiene mamá en nuestras vidas, desde que llegué a este mundo tuve la dicha de ya contar con una mejor amiga: era mamá. La persona que me acogió en su regazo, que a su corta edad parecía la más experimentada, su valentía excedía la de cualquier superhéroe e incluso en momentos difíciles solía tener más fuerza que el mismo Superman.
Mi vida ha sido de película desde que ella empezó a dirigir mi camino, no era directora titulada, pero tenía la inteligencia para instruir mi camino en un plano secuencia increíble. Aquellas etapas en el colegio donde a veces todo me parecía cuesta arriba ella sabía cómo producirme un día extraordinario y es que con ella no existía un rodaje aburrido, todo era lleno de luces. Y aunque el tiempo pasaba, física y mentalmente nunca se le vio reflejado, cada frase de aliento que estrenaba en mí era un instrumento de superación dentro de cada obstáculo. A su lado no había post-créditos, todo era una historia completa sin necesidad de estirar la trama y es que madres como tú no tienen secuela.
Para cada mamita que alcance a leer este texto, quiero brindarle todo mi respeto y admiración, su labor es impresionante desde todo ángulo. Bien dice el dicho: “Que el amor de Dios se ve reflejado en una persona y esa es mamá”. Gracias por estar con nosotros y enseñarnos que incluso en el día más oscuro podemos brillar.
Y en especial, estas líneas van dedicadas para mi mamá que hace un año partió de este mundo, pero no de mi corazón. Gracias por tu amor y dedicación, por tu luz y por tus enseñanzas. Cada letra tomará un vuelo al cielo y llegará a tu corazón.
Escribe: Samuel Hurtado (@cinesamu)
Periodista y amante del cine