Editor, escritor, columnista, locutor y docente son algunos de los cargos que ha desempeñado a lo largo de su trayectoria. En esta ocasión, le contó a Cocktail su historia y la pasión hacia el periodismo cultural.

Su primer encuentro formal con el periodismo se dio en el colegio, y esto lo marcó para siempre. Tenía que desarrollar un tema específico para sustentar un trabajo de historia. Alberto Flores Galindo, autor de Buscando un Inca, fue el personaje que encontró para hablar de Túpac Amaru. Sin darse cuenta, estaba ejerciendo el periodismo en su hazaña por contactarlo. «Ese episodio me hizo pensar que comunicarme con las personas era una actividad interesante. El hecho de hablar con gente importante me seducía», comenta. Este fue, en efecto, el primer disparador al encuentro de su carrera.

«Postulé a Derecho en la PUCP porque quería ser diplomático, pero no ingresé. Esto me hizo replantear muchas cosas: cambié mis planes y estudié periodismo en otra universidad», revela. En el intervalo de tercer y cuarto ciclo empezó a buscar una práctica y se encontró con un puesto de locución de noticias en Radiomar Plus. Después apostó un puesto como comentarista en Impacto deportivo, donde ingresó tras deleitar al dueño con la siguiente frase: «En principio, hay que considerar que a mayor velocidad mayor tiene que ser la precisión del equipo».

Manuel se define como una persona interesada en diversos temas. El hecho de dedicarse de lleno al rubro deportivo, no le terminaba por convencer. «Lo de la radio se dio por la posibilidad, pero yo era consciente de que mi pasión estaba en contar historias, por lo que tenía que aprender a escribir bien. Yo asociaba la lectura con la escritura. Quien lee tiene ventajas», garantiza. Para Eráusquin a través de la escritura ejercitas una serie de variables y esto impide tener problemas al plasmar las ideas sobre el papel. Finalmente, todas las plataformas que se vinculan al periodismo están unidas por un cordón umbilical, salvo que los códigos son diferentes.
El primer paso hacia un periodismo de alta exigencia se presentó cuando formó parte en la revista Caretas. Con el paso del tiempo llegó a trabajar en la sección política y su primera cobertura fue el atentado en Uchiza. «Tenían que alcanzarme 100 soles para el tiempo que iba a ir a cubrir toda la nota. Mi labor estaba en entrevistar a los parientes de las víctimas; con mucho respeto, claro está», señala. Esta experiencia fue un punto de inflexión en su carrera. Su bautizo periodístico, tal como él alude, se dio gracias a este paso pues llegó a ser portada.
Luego de su estancia en Caretas dio un salto a Correo, donde una vez por semana lanzaba crónicas. «Me sorprendió que en un diario que tenía gran alcance no existiera una sección cultural, por lo que Juan Carlos Tafur me propuso estar a cargo», menciona. Para el periodista, esto fue un reto que implicaba un arduo trabajo. «Nunca había hecho periodismo de diario, pero apliqué la lógica del editor: saber qué es lo que saca la competencia y conocer a fondo la coyuntura», añade.

Desafortunadamente, el sector cultural ha sido uno de los más golpeados por la pandemia. Es algo que está casi perdido, pues nuestras vidas están circunscritas a la ausencia de exposición. «Siempre ha sido una sección anexa, satelital, incluso hay medios que ya no la tienen. Nunca hemos estado a la altura de tener un suplemento potente», resalta. No obstante, es consciente de que, cuando pase esta crisis, estará la posibilidad de retomar y reelaborar una mirada sobre lo que significa este rubro periodístico.
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Escribe: Valeria Burga (valeburga_26)