Marina Beltrame es sommelière, fundadora y directora de la Escuela Argentina de Sommeliers (EAS). En esta oportunidad, ha decidido trasladar este proyecto a Lima, Perú.
La Escuela Argentina de Sommeliers (EAS) nació en 1999 en Buenos Aires, y abrió una sede en Mendoza en el 2006. «Siempre hubo una intención de expandir la formación académica a otros países. Abrimos sedes en Bogotá, Colombia; San José, Costa Rica y Panamá. Con esta experiencia internacional, Lima es una inspiración total por estar en un país tan fuerte y reconocido por su gastronomía», declara Marina Beltrame, fundadora y directora. Ella considera que sumar el vino, bebidas y productos es una buena alianza para buscar la armonía perfecta. «El objetivo es que las personas que trabajan en el sector puedan profesionalizarse; así como incluir a otras personas que quieran aprender».
En palabras de Marina, existe una base independientemente del lugar en el que se dicten las clases. Sin embargo, cada país tiene una potencia. En el Perú es el Pisco, nuestro destilado de bandera.
«El sommelier es un representante de su país y un embajador de marca. Cuando salga al mundo, debe saber todo lo necesario. Nosotros organizamos una currícula de un año, que incluye teoría intensa porque pedimos lo que otorgamos. La parte teórica presenta viticultura y enología del viejo y nuevo mundo, además de destilados, agua, café, quesos, chocolate, etcétera», nos cuenta.
Un sommelier de un restaurante debe estar asesorado para explicar cualquier producto; pues hay un origen, producción y orientación al consumo. Los productores cada vez ofrecen mejores cosas en todas las aristas que imaginemos. «Enseñar esto es una tarea impresionante. La propuesta para Lima es que, cada 15 días, haya un encuentro con los productos que se presentan. Es una modalidad asincrónica porque es un programa ya armado para que el asistente curse en cualquier momento. Está disponible todo el año lectivo con el propósito de que repase y consulte a los responsables a cargo. Si hay preguntas, se responde en el foro. La teoría es virtual y la cata es práctica», agrega.
«Hay que enamorarse de las bebidas en general. Después, el tiempo para estudiar aparece y se prioriza. Me gusta comparar la cata con aprender un deporte o idioma. Están quienes tienen la capacidad, pero deben practicar para afianzar el conocimiento. La cata es un entrenamiento en el que conectamos con la bebida prestando atención, y se va desarrollando el olfato y el gusto. El sommelier es un comunicador, que lleva el mensaje del productor al consumidor. Por eso la teoría es importante. Si conoces un producto, será más sencillo. Te da más peso al momento de comunicar algo», dice. Del mismo modo, Marina Beltrame nos confiesa que no mide a los alumnos por dónde están o en qué trabajan, pues cuando empiecen a estudiar serán referentes de su entorno.
«Vamos a buscar otros programas cortos para que se pueda aprender en una modalidad distinta. El vino es la bebida central porque siempre se acomoda. Pero, cuando conocemos otras cosas, podemos acoplarlas a la gastronomía. Hay maridajes increíbles con destilados que la gente no imagina. Si aparece una tendencia fuerte, lo incluímos en la currícula puesto que no lo podemos ignorar. Hace unos años, el gin tuvo su momento. Ahora es el turno del vermouth. Después será otra cosa y la flexibilidad es necesaria. Debemos eliminar los mitos», concluye.
Quienes deseen inscribirse, podrán encontrar toda la información y contactos necesarios en sus redes sociales: @easommeliersenperu. Anímate a convertirte en sommelier profesional para comunicar los mejores productos y bebidas a todo el mundo.
Escribe: Valeria Burga (@vale_burga26)