Con el transcurrir del tiempo, la moda se ha convertido en un producto con poca vida de uso. Es decir, se ha transformado en un ejercicio de usar y tirar. El fast fashion es uno de los principales culpables de este panorama, ya que nos permite comprar una prenda a un precio totalmente accesible y en cantidades industriales. Muchas veces lo vemos como un beneficio, sin embargo, no solemos analizar la cantidad de productos masivos que se producen y el efecto medioambiental que están causando.

En los últimos años, la industria textil se ha convertido en la segunda más contaminante del planeta, siendo responsable de un gran porcentaje de las emisiones de carbono mundial, aguas residuales y causante de la deforestación y pérdida de biodiversidad terrestre y acuática. Por otro lado, el impacto socioeconómico ha generado la disolución de valiosos artesanos o tejedurías locales y también ha incrementado la explotación, inseguridad e insalubridad laboral.

Aunque parezca irreal, al comprar una camisa, casaca o vestido se puede apoyar y contribuir al cuidado del planeta y a un impacto socioeconómico positivo. Al adquirir un producto sostenible estamos apoyando al conjunto de prácticas positivas, cuya responsabilidad del material, diseño y producción es predominante. La moda sostenible es una alternativa saludable porque va de la mano con buenas prácticas en la industria textil. En ese sentido, la visión planteada es la contribución a un comercio justo que promueva un enfoque medioambiental positivo, respeto a los derechos humanos de los trabajadores y el uso de materiales naturales libres de componentes tóxicos, generando así, un consumo justo para todos.

Actualmente, podemos ver una tendencia que también va de la mano con el consumo responsable, el cual se refiere al comercio de segunda mano, en donde se le da oportunidad a productos que pueden ser reutilizados por otras personas. En este sentido, sería posible reducir el consumo usando prendas que están relativamente nuevas y no solo desecharlas. Esta es una tendencia que estamos viendo actualmente en redes sociales como Instagram, en donde muchas chicas están creando sus cuentas y vendiendo ropa que ya no usan, dándole así, una segunda oportunidad a las prendas.

En mi opinión, vestir sostenible también va de la mano con comprar responsablemente. Es muy importante saber de dónde vienen tus prendas, quién las está produciendo y qué impacto ambiental, social o económico están causando. No obstante, considero que es igual de vital saber de qué manera estamos consumiendo. Es decir, antes de ir a comprar un polo, chompa o pantalón que creemos necesitar debemos plantearnos si tenemos otra opción en nuestro armario que puede funcionar de la misma manera.

Además, es relevante cuestionarnos qué valor tiene comprarlo o si realmente lo necesitamos. “Cada pequeña acción importa y la transformación se producirá por la suma de todas ellas”. Consumir mejor y responsablemente es la nueva tendencia, en la cual hasta diseñadores y empresas de alto nivel se están adecuando y evolucionando para adaptarse a estas nuevas necesidades y requerimientos de los consumidores. En la actualidad, poco a poco vamos apreciando cambios que generan un impacto positivo en muchas industrias y específicamente en la textil.

Valeria Quino*