En diálogo con la Revista Cocktail, la exitosa abogada, Mónica Tambini, nos revela detalles de su otra faceta como pintora y lo que tuvo que recorrer para llegar a donde se encuentra ahora.

La belleza externa de la flor y su sencilla morfología son parte de la esencia artística de Mónica Tambini. Luego de presentar una de sus más ambiciosas exposiciones, la también abogada responde al teléfono y nos cuenta cómo es que se dio cuenta de que nunca es tarde para seguir sus sueños.

El interés por el arte surgió a muy temprana edad. Sin ninguna influencia familiar, acentuó la habilidad con la pintura durante su adolescencia y juventud. Pese a ello, incursionó profesionalmente en dicho rubro siendo madre y teniendo más de cuarenta años. «Ser mamá joven impidió que pudiera dedicarme al arte anteriormente. Sabía que no iba a poder vivir de ello. Por eso prioricé mi trabajo como notaria», explica Tambini Ávila. Además de artista, Mónica es una abogada peruana, conocida por la publicación de cuatro libros sobre derecho notarial.

«Cuando me di cuenta de que ya habían pasado 50 años, dije que no podía seguir inventando excusas para no cumplir mi sueño de ser pintora. Empecé a estudiar y me matriculé en cursos que dictaba la Municipalidad de San Isidro», añade. Este aprendizaje fue complementado con cada viaje que ella realizaba. Se inscribía en talleres donde aprendió nuevas técnicas de profesores de ciudades como Buenos Aires y Madrid.

En este descubrimiento, rescata las enseñanzas del escultor Alberto Quintanilla y el pintor Gerardo Chávez, a quienes conoció por el artista Rafael Hash Guevara. Mónica fue al taller de Chávez y aprendió mucho a pesar de que él no compartía la temática que ella empleaba. «Su recomendación fue que nunca salga del mundo de las flores. Me invitó a explorar dentro de la flor. (…) Gerardo ha sido una persona importante en mi carrera artística. Gracias a él, mi convicción y pasión por pintar creció», señala.

En cada una de sus obras plasma la vida floral, convirtiéndose finalmente en su firma. La técnica ha estado en constante evolución, llevándola a manejar el espatulado, las brochas, esponjas, el óleo y el acrílico. En el caso de los colores, nunca se limitó. Empezó usando todas las tonalidades del rojo. Luego pasó a los azules y pasteles. Pinta de tres a cuatro obras a la vez. Sin lugar a dudas, para ella el arte no tiene límites.

Realizar esculturas es otro de los intereses que siempre ha tenido presente. Inició con floreros, jaboneras, porta velas. Todo ello mediante un toque floral que los hace únicos. Sin embargo, las ganas de reinventar el propósito de sus obras hizo que experimente con animales. Se trata de tres hembras: una elefanta (Victoria), una gata (Isolda) y una yegua (Margot), las cuales representan a su abuela materna, su tía paterna y a ella, respectivamente.

Desde un inicio, Mónica estuvo convencida de que el arte no solo es una pieza decorativa, sino que crea valor en quien las tenga en su poder. Le llena de satisfacción que sus obras formen parte de espacios fuera del hogar. Ello la motivó a gestionar la ubicación de uno de sus cuadros en un lugar público. «’Florecer’ fue la primera obra que hice en un día y una noche. Estuve 18 horas parada pintando cada una de las flores. Me apasioné tanto que cada vez que me preguntan por el nombre de las flores no sé qué responder», recuerda con una sonrisa.

En el 2017 comenzó a exponer sus obras de manera colectiva. No pasó mucho tiempo para que tuviera la primera exposición unipersonal en una galería de arte moderno de Larcomar, donde sus cuadros empezaron a venderse. Hace dos años, fue merecedora de un premio en el «Italia in Arte» por la sensualidad que transmiten las flores que elabora.

Su última exposición fue en SEMPITERNO de Marissi Campos en junio del presente año. En la actualidad, Tambini Ávila está preparándose para presentar una nueva colección de cuadros en una galería de Madrid. Estos vienen siendo pintados desde antes de la pandemia. «Ya tengo contacto con la galería. Solo están a la espera de que les alcance las fotografías de mi arte», indica.

Otro de los proyectos destacados es la inauguración de una muestra que estaba pendiente hace varios años. Mediante «Florecer» expuso algunas de sus obras nuevas y de la colección anterior. Esto se llevó a cabo el 20 de agosto en el Monumental Callao. Mónica Tambini Ávila deja en claro que no hay excusa para dejar pasar tus sueños. A sus 50 años, decidió enrumbarse en el camino del arte, aquel que le ha permitido florecer y darle esa libertad que tanto anhelaba.

Escribe: Valeria Ortega (@valuzort)