El legendario mural de la Vía Expresa, inaugurado hace más de treinta años por el destacado artista Ricardo Wiesse, ha sido restaurado para otorgar una vista paisajística a los conductores.

En la década de los 90s, la ciudad de Lima era una completa incertidumbre plagada por la hiperinflación, el terrorismo y la corrupción. Ricardo Wiesse, a solicitud del encargado del área de cultura del  distrito de Miraflores, decidió resaltar parte de la Vía Expresa, con el fin de brindarle a los transeúntes un momento de tranquilidad, alegría y serenidad. Ello mediante un gran mural que abarcaba casi todo el tramo miraflorino. Contó con el apoyo del entonces alcalde del distrito, Alberto Andrade; y tuvo un equipo de aproximadamente ochenta colaboradores a su cargo.

Cabe destacar que, Ricardo Wiesse Rebagliati es un escritor y artista plástico peruano. Sus pinturas se basan en el sentido de la figuración y la abstracción, representando casi siempre paisajes naturales. Por medio de sus obras de arte, busca que las personas se trasladen a lugares que les transmitan paz, se sientan libres y pongan a entrenar su imaginación. La elaboración del primer mural empezó en 1990 y fue inaugurado exactamente un año y cuatro meses después. Inicialmente, tuvo una medida de 10 mil metros cuadrados y, después de seis años, recibió lo que sería su primer y último mantenimiento.

Todos los que alguna vez transitamos por aquel tramo, hemos podido observar que, la enorme pieza artística, se ha ido deteriorando con el pasar del tiempo. Las mayólicas empezaron a caer y el grafiti que empezó a cubrir la obra, opacó la esencia de los murales. Lima se convirtió en una ciudad que dejaba de lado su relación con el arte y los espacios públicos. Tuvieron que pasar dos décadas para que la municipalidad de Miraflores optara por restaurar este escenario. En el 2019, el alcalde del distrito, Luis Molina, junto a la empresa de cerámica San Lorenzo y Ricardo Wiesse, decidieron que era tiempo de recuperar el gran atractivo que abarca cinco cuadras de la Vía Expresa. El artista empezó a diseñar la reestructuración del mural. La nueva pieza de arte contaría con un diseño de líneas más escasas, dispersas y delgadas a comparación del primero. Una renovación necesaria.

Además, se tuvo en cuenta el hecho de emplear un trabajo de degradados espectaculares en la paleta de colores seleccionada. Es importante mencionar que este renovado mural mide 500 metros más que el anterior. De esta manera, los planes de reconstrucción estaban bien encaminados. Sin embargo, tras la llegada de la pandemia, se vieron forzados a pausar el trabajo. Posteriormente, en mayo del año pasado, retomaron las reparaciones hasta que, en diciembre, lograron culminar e inaugurarlo por todo lo alto.

Para este nuevo diseño, el experto se inspiró en la belleza abstracta de los desiertos. Mediante esta obra, quiere transmitir una sensación de amplitud, de espacio despejado, admirar el vacío del desierto y, sobre todo, brindar un momento de tranquilidad para que cada ciudadano logre encontrarse consigo mismo. «Cuando hablamos de transitar por la ciudad, se traduce en estar permanentemente estresado. Yo quisiera difundir lo contrario, dar una idea de largo aliento, que no tenga otra cosa que la abstracción. Este tipo de arte enseña a ver, sacar el mensaje por medio de las formas y dejar que el espectador interprete el significado de lo que se muestra», indica Wiesse.

La experiencia obtenida, desde la elaboración del primer mural hasta la reconstrucción del último, ha sido invaluable. A  pesar de haber contado con menos de la mitad del equipo que se tenía en cuenta al principio, se le puede clasificar como una «lenta maduración de un proyecto de largo aliento», tal y como lo señala Ricardo. El hecho de poder admirar este magnífico trabajo expuesto en una de las vías más importantes y concurridas de la capital, es un obsequio otorgado a todos los limeños, especialmente para quienes se consideran aficionados acérrimos de las obras abstractas. El arte es un bien común, puesto que es sinónimo de la libertad de expresión. «Nos ayuda a vivir, cultivar lo que queremos obtener; abre la mente a múltiples escenarios y expande nuestras expectativas», concluye.

Escribe: Andrea Rodríguez Y.