El muralista Anthony Ángeles lleva practicando su arte como pintor desde hace 15 años en las calles de Lima, pasando por distritos como San Martín de Porres y La Victoria.
El muralista Anthony Ángeles de 38 años continúa creando grandes obras en las calles de Lima, otorgándoles color y ritmo para darle un aspecto distinto ante los ojos de todos los peruanos. En una entrevista en exclusiva para nuestra revista Cocktail, el artista nos contó sobre el proceso creativo de sus obras y un recorrido a través de su trayectoria hasta su más reciente trabajo con la famosa marca de gaseosas Inca Kola.
«Siempre he sido autodidacta, aprendiendo más que todo en la calle, con amigos que traían información de cómo se hace el mural, el graffiti y cada persona que iba conociendo iba adquiriendo algo nuevo y lo iba complementando con los estudios que iba realizando», dijo Anthony con respecto al proceso de aprendizaje. Desde los 13 años lleva practicando el arte del graffiti en las calles de San Martin de Porres y la Victoria.
«Comencé pintando en San Martín de Porres, fue mi primer barrio y ahí comencé a ir afinando con amigos, comenzamos patinando skate, pintando en las calles y poniendo nuestros nombres. De ahí, poco a poco dándole más fuerza, más colores», añadió. Anthony se reunía con amigos entre grupos de 10 a 15 personas para seguir practicando poco a poco mientras recorrían las calles aledañas del barrio, ya que lo que más disfrutaban era dibujar y pintar.
Ángeles se mudó un tiempo al distrito de la Victoria para aprender más de personas con mayor experiencia sobre este arte, lo cual le permitió mejorar su técnica y aclarar lo que tenía pensando pintar en un futuro. «Traté de llevar lo que yo conocía como graffiti… a convertirlo en muralismo. Ya no solamente temas de pintar cosas que a mí me gustan, si no, temas como impacto social, que les pueda gustar al barrio, que pueda generar un cambio si ese lugar estaba abandonado o sucio: yo lo puedo recuperar y generar que ya en esa esquina no se orinen, no se tire basura y que se haga un lugar bonito», agregó.
En respuesta a sus más grandes inspiraciones al momento de pintar, Anthony menciona que prefiere preguntar a los vecinos y residentes del lugar para conocer sus gustos y los personajes que viven entre las paredes de las casas. Su estilo siempre refleja las costumbres del lugar que visita. «Quizás pregunto a la gente, oye, ¿Qué hay de allá? ¿qué pasó acá? ¿qué es lo más famoso de este barrio? ¿qué le gusta de este lugar? Y la gente por ahí me dice una historia (…) hacemos como un mapeo del lugar donde vamos a hacer el mural y preguntar a la gente, tratamos de comprometer al barrio, a la sociedad, a decirles ¿qué les gusta? ¿qué hacen? ¿qué les identifican? para poder llevarlo más allá», comentó.
«Lo que más me inspira es la misma gente de la calle, la misma gente que vive ahí, la comunidad… la costumbre, más que nada. Eso es lo primero que me inspira»
– Anthony Ángeles
La visión de los murales y graffitis en Lima fue cambiando drásticamente con el pasar de los años, pues las personas ya están acostumbradas a ver paisajes bonitos en los muros de la ciudad. Sin embargo, no resulta ser un tema sencillo de realizar. «También tenías que acostumbrar a la gente que hacer esto no es tan barato y tan fácil. Es un tema de trabajo, de logística, como para construir una casa, pintar un muro, ¿no? Hay que meterle dinero, ganas, creación», dijo.
Entre muchos de sus trabajos están los murales sobre el Señor del Perdón en el Barrio del Porvenir y el de la cevichería de Mi Barrunto, ¿fueron un desafío realizarlos?
«Éramos un grupo de seis o cinco personas, y el de Barrunto, por ejemplo, duró como casi un mes, mes algo y una semana (…). Teníamos que tener un equipo de trabajo, no dependía solo de mí, sino que tenía un chico que era especializado en realismo, otro en letras, otro en fondo, había todo un equipo. (…). En el proceso fui aprendiendo cómo manejar, cómo armar un equipo de trabajo o cómo poder complementarnos y poder realizar todo a la par, la misma visión», mencionó, pues se trataba de una obra en honor a la selección peruana de fútbol del mundial 2018.
«El Señor del Perdón sí fue toda una proeza, o sea, yo nunca había aprendido algo tan grande, y el grupo tampoco. Teníamos que proyectarnos en que ya, el que tiene menos miedo: sube a la parte más alta y yo la parte de abajo, y todo a la misma sintonía. Esa era la idea, y todo a la misma sintonía, y era como que teníamos que bajar, mirar, bajar, mirar, era una chambaza (…). Pero bueno, a todos les gustó, y todo, el lugar es espectacular, fue toda una proeza, me encantaba mucho», añadió.
En uno de sus últimos trabajos, es el que realizó junto a Inca Kola. Este fue un proyecto en duplas en el corredor artístico de la marca, lo cual tuvo un proceso creativo distinto al resto. «Me quedé con un intercambio cultural, ya que la propuesta era como que juntarme con un chico de Ayacucho y los dos mezclar la misma propuesta a la vez. Yo tenía que adaptarme a lo que él ofrecía, y él tenía que adaptarse a lo que yo ofrecía para él, porque los dos teníamos que utilizar casi el mismo mural, pero cada uno, a su estilo. Por ejemplo, él lo replicó en quechua, y yo lo repliqué acá en castellano, y estábamos en este orden. Aprendí un poco más de lo que él quería reflejar de Ayacucho, y él aprendió lo que yo reflejaba de acá», agregó.
Anthony se lleva con la última experiencia con Inca Kola el trabajo en equipo y el apuntar a un solo objetivo: «Eso me encantó. Se juntaron muchos muralistas, grafiteros, ilustradores, diseñadores gráficos, o sea, cada uno tenía un aporte para al final llegar todos al mismo punto, y hacer lo que se logra al final. (…). Yo feliz, porque es mejor que aprecien tu arte… que dejen expresarte, y más que todo, te den todas las facilidades para poder realizarlo», acotó.
Escribe: Randy Zegarra (@zrandypiero)