El tablista olímpico, Miguel Tudela, detalla el recorrido que trazó para convertirse en un atleta de élite. Acompáñanos a conocer más sobre su historia. 

El agua salada y la brisa marina permanecen en sus recuerdos desde el primer día. Nació en Lima, pero sus padres lo llevaron a la casa que tenían en Punta Hermosa, donde aprendió, entre familia y amigos, el deporte que luego se convertiría en su vida entera: el surf. Trabajando a cada momento, Miguel Tudela le hizo saber al mundo que no se quedaría atrás. Formó parte de distintas competencias de alto nivel y, de esta manera, sobresalió en lo que le apasionaba. Finalmente, clasificó a las Olimpiadas de Tokio 2021. Por ello, obtuvo el codiciado título de deportista olímpico.

El reconocido tablista inició su participación en las competiciones a los 10 años. Debido a la inocencia de la edad, la emoción de participar con amigos y encontrarse en la playa que marcó su infancia hicieron que, el primer evento, se perciba más como un día convencional, en lugar de una contienda nacional. Tras el pasar de los años, las sensaciones que transmite el hecho de participar en acontecimientos de mayor envergadura se transforman. «Vas creciendo y los fines son cada vez más grandes. Me ponía nervioso por el aumento de presión, pero últimamente he aprendido a manejarlo con naturalidad», nos confiesa. 

Si bien el talento es un factor importante en este deporte, el éxito no puede lograrse sin esfuerzo y dedicación. Tudela comenta que, para mantenerse en forma, se debe tomar en cuenta tres aspectos: el área psicológica, la preparación técnica y física. El estado de salud mental de un atleta puede definir sobremanera su desempeño. Felizmente, este es un aspecto que actualmente juega un rol de suma importancia. Por otro lado, la preparación física es lo que define si un deportista podrá rendir a su 100%. «Es el complemento más importante», asegura. Adicionalmente, toma clases de «Beast Pool Training» para estar preparado cuando se enfrente a olas más grandes. 

Como en cualquier disciplina, practicar el surf de forma profesional exige ciertas privaciones. Al ser un tablista a tiempo completo, debe seguir un orden estricto en la realización de su rutina. «Todos siempre hablan de los grandes sacrificios, pero yo creo que, los más pequeños, son los que pueden ser determinantes», explica Miguel. Para el surfista, esto significa abstenerse de la comida que más disfruta, de disminuir el tiempo en pareja o de unos minutos menos en la playa. Sin embargo, tiene sus objetivos en la mira y considera que todo ello es necesario para poder cumplirlos. 

En cuanto a desafíos, las lesiones a lo largo de su carrera son de las cosas más difíciles que ha enfrentado. La última ocurrió en diciembre de 2020, cuando, al resultar imposible salir de un tubo en una sesión de free surfing, se golpeó fuertemente con el reef, lo que le dejó cuatro costillas rotas. A pesar de esto, Tudela pudo mantener la mente fuerte y pasar estas situaciones tan difíciles. «Creo que es sumamente importante contar con un grupo que te motive. No es el fin del mundo», señala el surfer haciendo referencia a las personas que lo acompañaron durante estos desafiantes momentos.

Las lesiones pasan a segundo plano en el momento en que, la adrenalina y el amor que le genera el mar, están presentes. Su conexión con las olas permite que la disciplina sea constante. «Cada vez que te sumerges es especial. Cada ocasión tiene lo suyo y todas te enseñan algo nuevo». Ahora, se encuentra contento. Revela que tiene las metas fijas y se esfuerza todos los días para lograr su mejor versión sobre las olas. Además, con su característico gorro de «Monster» y una fresca sonrisa en el rostro que representa todo lo que siente, dice: «Me acabo de comprometer». Su relación con Alessandra, los buenos momentos en «Lucaffé» —charcutería que abrieron hace dos años— y una carrera dedicada, hacen que Miguel Tudela esté ansioso por ver lo que el 2022 tiene para ellos.

Escribe: Arianne Giralt (@ariannegiralt)