El infectólogo Antonio Quispe se ha hecho visible en diversos medios por dar declaraciones
relevantes sobre el coronavirus. En esta ocasión nos contó lo que se viene para el Perú tras
la nueva cuarentena.
Aunque te cueste creerlo, ya no estamos enfrentando el mismo virus que hace un año. Este
es más contagioso y letal, por lo que la mentalidad de tomar decisiones pensando más en la
economía que en la salud y darle la espalda a la ciencia, es ilógica. Ahora más que nunca
debemos entender que la curva de transmisiones y muertes no va a doblarse mágicamente.
En palabras del doctor, la nueva cuarentena solo “le hará cosquillas” a la segunda ola.
Diciembre fue un mes para cultivar lo que estamos viviendo hoy junto a las variantes que
hicieron su aparición. Esto permitió que la curva se volviera exponencial al punto de
transformarse en una línea vertical que no se detendrá hasta que se tome acción. “Lo que
vamos a evidenciar es que la cifra se repunte, porque las personas se encargaron de llevar
el virus a las provincias antes del confinamiento. Con la medida actual es como si no
pasara nada”, señala. Antonio afirma que los países que han intentado detener las variantes
han fallado, a excepción de los que imponen cuarentena estricta como Reino Unido, que
recientemente ha doblado la curva de fallecidos; y Alemania, donde la población usa
respirador y no mascarillas de tela.
Duele reconocer que ser un país tercermundista es la peor consecuencia de todo esto, pero
es una realidad. A diferencia nuestra, el resto del mundo realiza muchas pruebas al día para
hacer secuencia genética. De las más de dieciocho variantes que se están desarrollando en
el globo, hay tres especialmente preocupantes, según Quispe. Una de ellas es la inglesa
(75 % más letal), la brasileña, que aumenta las tasas de infecciones, y la sudafricana, pues
se esconde ante el sistema inmune y baja la eficacia de las vacunas. “Si esto llega al Perú,
arrasaría con todos nosotros de la noche a la mañana. Felizmente no hay mucho tránsito de
personas sudafricanas al interior, pero eso no quiere decir que no vaya a suceder”, alude.
No pudimos dejar de preguntarle por la reincorporación de clases presenciales y los
procesos electorales que están a la vuelta de la esquina. Frente a esto, nos confiesa que la
ciencia ha avanzado tanto que, si tuviéramos la capacidad de abrir los centros educativos,
podríamos hacerlo sin ningún problema. “El efecto de cerrar los colegios es peor que
abrirlos y eso lo ha descubierto Europa. Exponer a los niños en las casas a infectarse es
peor; parece contradictorio, pero es así”, agrega.
Respecto al cuestionamiento de si las elecciones se pueden llevar a cabo, nos dice que por
supuesto, siempre y cuando contemos con las medidas de seguridad adecuadas. “En vez
de hacerlo en un espacio cerrado, deben realizarse en un lugar abierto como un estadio,
con distanciamiento social, todos con respirador. De esa manera no pasará nada. Pero no
tenemos un gobierno capaz de trabajar en base a evidencias. Solo les interesa quién será el
nuevo Presidente de la República”, menciona. Es algo que a la población parece no
importarle, teniendo en cuenta que hoy en día ser miembro de mesa representa sacarse la
lotería cuando antes era considerado un martirio.
El profesional asegura que si se compran respiradores para toda la población tendríamos
mejores resultados mientras esperamos la llegada de las vacunas. “Si hubiéramos contado
con ella en diciembre, no estaríamos viendo miles de muertos ahora. No llegaron por el
golpe del Estado y nadie tiene que olvidarlo porque esos partidos son los que postulan
ahora”, señala. Para librarnos del covid tenemos que inocular al 90 % del país. ¿Cuándo
será esto? Según sus mejores cálculos, en 2024. Las tasas de ciudadanos antivacunas son
altas, pero debemos recordar que esta es la única solución viable que nos va a sacar de
esta tragedia. Está en nosotros resurgir de los escombros.
Escribe: Valeria Burga