Pepe Ricse, abogado y amante del ciclismo, es un hombre imparable. Junto con su amigo ‘cangrejo’, continúa su pasión por las bicicletas y comparte su inspiradora historia de vida. Siguiendo su filosofía de un paso a la vez, contagia optimismo y fortaleza para afrontar cualquier reto.

Tras 25 años como defensor de la justicia, su vida dio un giro de 360 grados. Ni ser un asiduo practicante de actividad física impidió que se instale en su cuerpo una de las enfermedades más temidas, el cáncer. En marzo de 2019 iniciaron los malestares; sin embargo, como era un visitante frecuente de cuevas y montañas en la selva peruana, pensó que podía tratarse de una enfermedad como el dengue.

Tras múltiples pruebas que no le daban respuesta, un amigo médico le sugirió la posibilidad de que se trate de leucemia. Con esa advertencia, vino a Lima a realizarse nuevos análisis, y fue en la ciudad capitalina donde recibió la confirmación de sus sospechas. Aunque ahora lo describe como un “bingo, usted se ganó la lotería”, en ese momento fue un fuerte impacto. A pesar de que el golpe estuvo algo amortiguado – por los días que tuvo para informarse sobre las inferencias de su amigo – no fue sencillo asimilar la situación. En las propias palabras de Pepe, la fase inicial de detección y tratamiento del cáncer “es como una caída libre en la que no hay donde parar”.

El hecho de internarse de emergencia y saber que tenía algo tan grave le impedía concentrarse y descansar, y es ahí cuando empezó a hablar consigo mismo. Inicialmente, la conversación con su ‘cangrejo’, la personificación de su enfermedad, fue de confrontación. Esa catarsis emocional se llenó de frases, como “¿qué quieres?” o “no sabes con quién te has metido”. Sin embargo, poco a poco ese diálogo se tornó en una conversación de confidentes. Ahora, Pepe describe a su ‘cangrejo’ como su amigo: “sé que va a vivir conmigo, y ahora le agradezco por todo lo que me ha enseñado”.

Una de las principales lecciones de convivir con este peculiar amigo ha sido que comenzó a ver su proceso de recuperación como manejar bicicleta. Como él explica, “tú vas manejando bicicleta de a poquitos”, incrementando el tiempo y distancia progresivamente. Gracias a esa nueva visión, ahora divide su camino por la vida en pequeños retos y disfruta de los procesos de aprendizaje. Para Pepe Ricse, la bicicleta es parte de su proceso de recuperación física y emocional. Al alcanzar logros, como recorrer un mayor número de kilómetros sobre dos ruedas, también fortalece su salud mental.

Por ello, desea que más personas se contagien de su motivación para hacer deporte. Si bien la actividad física no cura una enfermedad como el cáncer, él resalta que “si ayuda a que tu cuerpo esté preparado para un golpe emocional y orgánico”. En ese sentido, junto con su ‘cangrejo’ está descubriendo el ¿para qué? de la leucemia y ha encontrado que compartir lecciones de vida es su misión.

Cuando acude a sesiones de análisis o tratamientos, da una pequeña charla a quienes están enfrentando graves males como él, pero que tal vez aún permanecen en esa etapa de dolor inicial en la que uno solo se pregunta “¿por qué a mi?” sin obtener respuesta. Además, continúa participando de colectivos que promueven el uso de la bicicleta como medio de transporte eco-amigable, lo que le permite compartir su historia con jóvenes y seguir aplicando su profesión en reuniones con autoridades locales.

Definitivamente, Pepe Ricse y su amigo el ‘cangrejo’ nos enseñan a cambiar el ¿por qué? a ¿para qué? cuando enfrentamos un problema. Y con su ejemplo nos muestra que no existe impedimento para hacer lo que nos gusta. Si te viste obligado a dejar de lado alguna actividad que te apasionaba, Pepe te invita a “retornar a ese punto donde sentiste que eso es lo que quieres hacer” y retomar eso que te gusta disfrutando el proceso de un paso a la vez.

Escribe: Lucía Mayandía (@lucia.mayandia01)