
El oficio periodístico requiere de un ejercicio profesional comprometido y del que emane responsabilidad. En consecuencia, aquellos que pretendan introducirse en dicha profesión deberán prestarle atención, no solo a su entorno inmediato, sino a la realidad misma. ¿Y qué de especial tiene ello? La realidad, cuando se torna estruendosa y pareciese pedir auxilio, es capaz de despertar las vocaciones más intrínsecas de los individuos más dispuestos. En esta oportunidad, conversamos con Sol Pozzi Escot, un joven periodista que reposa sus convicciones en el periodismo cultural.
¿Cómo te introdujiste en el mundo del periodismo y cuáles son los factores que incidieron en tu vocación?
Me gusta pensar que mi relación con la idea de «la realidad» ha sido, en el mejor de los casos, sinuosa. Tengo 23 años y hasta cierto punto de mi vida buscaba, tengo que admitirlo, escapar de la realidad. Me orientaba hacia una carrera en lo audiovisual o lo literario. No obstante, llegó un momento en el que la realidad comenzó a volverse demasiado escandalosa como para no prestarle atención. La corrupción incesante, las constantes decepciones políticas y la realización de que vivimos en un país sumamente precario e institucionalmente anémico nos llevaron a un punto en el que la realidad se superó a sí misma. Terremotos como, por ejemplo, el caso Odebrecht demostraron que nos hemos vuelto una triste parodia de lo que pudimos haber sido como país. Para mí, era hora de dedicarme al mundo, a la realidad. Era inevitable.
¿Cómo surge y qué enfoque posee Alquimia Cultural Perú?
Alquimia Cultural surge ante mi sospecha de que actualmente parece cada vez más difícil desarrollar un pensamiento propio. La polarización en la opinión pública, a mi parecer, reduce gravemente el espectro en el que los análisis de los hechos se pueden dar y la falta de tolerancia hace cada vez más difícil la posibilidad de un debate abierto y sin censura. No hablamos solamente de la intolerancia de grupos extremistas o de odio, sino hacia sectores que se quieren progresistas. La dictadura de lo políticamente correcto es extremadamente dañina para la sociedad porque limita el debate a lo «aceptable» para algunos, fomentando la censura y agravando la división. En Alquimia Cultural buscamos abrir el debate a todos los horizontes de manera plural y verdaderamente inclusiva. Es un reto urgente ante el Bicentenario.

Has realizado entrevistas culturales para diversos medios del país, ¿crees haber encontrado tu espacio en el periodismo o continúas buscándolo?
Si bien se puede decir que mi blog es ante todo cultural, resulta complicado aislar la noción de «lo cultural» como algo que no toca otras áreas. Inevitablemente, habrá dimensiones, por ejemplo, políticas, de todo aquello entendido como un producto o expresión cultural. Digamos, en ese sentido, que cultura y política vienen juntos y se retroalimentan. Creo que la búsqueda, más allá de esa dualidad, apunta a lograr un mensaje; un discurso que ponga en valor el carácter inseparable de lo cultural y lo político, y desde ahí analizar el presente. De allí viene mi interés por la entrevista, por confrontar y analizar diversos puntos de vista en relación con temáticas de la actualidad. Mi programa web de entrevistas, “Persona”, está colgado en Alquimia Cultural y pronto estará disponible en otras plataformas.
¿Consideras realizar un trabajo medianamente objetivo o sucumbes ante tus ideologías políticas?
Creo que la objetividad, más que una realidad, es una suerte de ideal al que uno puede apuntar. Desde que una idea se forma en la mente de alguien y sobre todo cuando es expresada a los demás, pierde toda objetividad, pues precisamente es el fruto de mil procesos subjetivos. Es imposible reproducir la realidad tal cual, ya que no se puede dejar de ser uno mismo, en relación al mundo. Habiendo dicho eso, lo importante es encontrar la medida en que aquella subjetividad sepa ponerse al servicio, de manera ética y correcta, de los objetivos del periodismo: informar a la población y crear consciencia.
Entrevista realizada por Renatto Luyo