Su gran dominio tecnológico, la destreza artística y la sed por conocer sobre el mundo del dibujo, convierten a Lidia Vega en una de las artistas digitales más jóvenes de nuestro país. Siempre está en búsqueda de aprender a favor del arte.
Hoy en día, existen diversas promesas en el arte peruano, específicamente en la pintura. No solo tenemos artistas de consolidadas trayectorias que cuentan con galerías importantes tanto en nuestro país como fuera de él. Podemos gozar de aquellos que recién se atreven a indagar por este sendero a temprana edad. Cada persona que apuesta por este rubro, tiene una forma distinta de entender la estructura y el fondo de sus dibujos. En esta época, muchos han optado por transmitir su arte no solo en cuadros, sino también por medio de la tecnología.
Este es el caso de Lidia Vega, una joven de tan solo veinte años que ha encontrado su lugar en el mundo artístico. Lo ve como un pasatiempo, pero al mismo tiempo lo relaciona con sus temas de interés: sociales y medioambientales; que le permiten ser más humana. «Uno, dos, tres pincel» es el proyecto digital que poco a poco ha tomado forma. Nace a inicios de enero del 2020 y su esencia es plasmar el arte en la vía digital. «Me había llamado mucho la atención el hecho de plasmar el dibujo en el Ipad por el difuminado. En mis piezas, yo enfatizo las sombras. Eso no lo hacía en el papel», menciona.
Cuando era pequeña, sus seres queridos siempre habían conocido el lado artístico que transmite. Lidia, al igual que cualquier persona, no empezó sabiéndolo todo. Fue un proceso y un camino que ella misma elaboró y forjó para ir perfeccionándose. Con el paso del tiempo, encontró su esencia en el dibujo y la plasmó. «Siempre veía diversos videos. Me gustaban los libros infantiles ilustrados. De allí salió la inspiración», nos explica. El proceso de creación de cada uno de sus dibujos es único. «Lo que suelo hacer es coger mi libreta y un lapicero. Tengo varios productos. Sin embargo, cuando cojo el Ipad y los plasmo ahí, eso va más allá», agrega Vega.
El hecho de apostar por el camino digital fue un proceso y una decisión en la que contribuyó su entorno cercano. «Yo tenía la idea de difundir mi arte en redes sociales y, gracias al impulso de quienes me rodean, lo pude lograr», nos cuenta entusiasmada. Desde el primer momento, la página tuvo como objetivo principal mostrar su trabajo, compartir la personalidad que le caracteriza y sus pensamientos. «Es cierto que actualmente me han hecho pedidos, pero el propósito nunca ha sido vender absolutamente nada», aclara.
Cada uno de sus dibujos transmiten algo de ella. Eso le generaba un poco de miedo porque no siempre se obtiene la acogida esperada. No obstante, te das cuenta de que lo más importante es lo que haces y cuánto valor le das. «A veces, un artista busca transmitir lo que cree que la gente espera y, en otras ocasiones, lo que él mismo desea. Siento que siempre surge esa duda de si lo que realizas le gustará al público».
Para la joven, el equilibrio aún sigue siendo un proceso arduo. Por un lado, está el hecho de efectuar lo que le apasiona y, por el otro, crear algo que las personas entiendan. No se va a ningún extremo. A corto plazo, Lidia Vega persigue la capacidad de representar lo que piensa y poder difundir su mensaje hacia los demás a través de una serie de dibujos.
«Todo lo que realizo siempre lleva un mensajito. Desde tiempos inmemorables, esa es mi forma de expresión. Hago un dibujo y le agrego un texto corto», revela. Al igual que otros jóvenes de su edad, la artista se asombra cada vez más al explorar el mundo del cual ya es parte. Solo espera poder ir perfeccionando su trabajo y nunca dejar de innovar.
Escribe: Claudia Valdez (@claudia_valdez_mendoza)
Fotografía: Daniel Yong (@yong_fotografo)