Santa María Magdalena lleva consigo lo mejor de la tradición hacia el futuro. Es una bodega joven, apasionada, que busca difundir el pisco en todo el mundo y acompañar a una nueva generación de pisqueros.

Cuando los españoles llegaron a tierras incas, le pusieron al valle de Pisco el nombre de Santa María Magdalena. Es precisamente en esta época que se destiló pisco por primera vez. Por ello, hoy en día esta bodega lleva con orgullo el nombre del lugar donde se encuentra. Se consideran Women Owned, pues es una mujer quien lidera y otras están en el directorio. Además, su cultura es paperless y minimal. Colaboran con el medio ambiente enriqueciendo las tierras y disminuyendo el impacto del proceso. A su vez, brindan trabajo justo a las comunidades aledañas de San Andrés en Pisco.

«Somos una bodega poco convencional y buscamos ser atemporales. El Gerente Comercial, Esteban Zariquiey, es especialista en hotelería; la Jefa de bodega, Melissa Zevallos, ha prácticamente nacido en una bodega y es ingeniera química. Por mi parte, soy publicista», señala Alejandra Jordan, Gerenta General de la firma. De esta manera, quieren mantenerse con la esencia minimal inmersa en sus botellas y etiquetas. «No es la típica botella pisquera. Siempre he pensado que si todos van por un lado, por qué no podemos ir hacia el otro e innovar. Todo esto arma la personalidad juvenil de la bodega que logra impactar en diversos tipos de público», agrega.

La idea surgió en el 2020, por lo que se consideran hijos de la pandemia. Fue empezado de cero con el objetivo de procesar un buen pisco. Para ello necesitaban una planta acorde con lo que querían hacer. «Nosotros, a diferencia de muchas bodegas, sembramos y cosechamos nuestras uvas; las cuales pasan por un estricto control de nuestros ingenieros, para que lleguen al punto óptimo de cosecha. Asimismo, poseemos toda la maquinaria necesaria para fermentar, destilar, guardar, embotellar y empacar nuestras botellas. Trabajamos todos los días para crear pisco de calidad», menciona Melissa Zevallos.

Santa María Magdalena cuenta con 14 hectáreas y una proyección de más de 20. «Contamos con tres alambiques (100 litros, 300 litros y 1800 litros) y presentamos dos diferentes tipos de suelo: francoarenoso y terroso; pero que están a menos de 2 kilómetros de distancia. El clima es seco y un poco húmedo. Asimismo, tenemos botellas de 500 ml y, a partir del próximo año, estarán disponibles de 750 ml», añade la Jefa de bodega. Cabe resaltar que los piscos que desarrollan son Puro Quebranta, Puro Albilla, Puro Mollar, Puro Moscatel, Mosto Verde Italia y Mosto Verde Torontel.

«Nuestro pisco Quebranta tiene aroma. Se le debería llamar poco aromática, pero en nuestro valle es lo contrario. Sin embargo, la que se expresa mejor es la Torontel al igual que la Albilla», revela Esteban Zariquiey. Actualmente, en Santa María Magdalena se producen 18, 25 o hasta 27 toneladas de uva por hectárea; y apuntan a 20 mil litros de pisco para el próximo año. Si deseas conocer más, búscalos en sus redes sociales: @bodega.smm Una bodega que cuida sobremanera la calidad, pues la sensibilidad del desarrollo se siente en el destilado de bandera que ofrecen.

Escribe: Valeria Burga (@valeria.burga26)

Editora General