Eduardo Navarro es el rostro detrás del éxito de Chaxras Restaurante en Pachacámac. Se trata del chef peruano amante de la ecología, que ha fusionado sus pasiones para brindar una experiencia capaz de deslumbrar al más exigente paladar.
Una decisión fue determinante: dejó los motores para dedicarse de lleno a la cocina, que le dio lo mejor de su vida. Tiene una gran trayectoria que lo respalda, aunque su sencillez no le permite llenarse de gloria. Neichel Restaurant, El Celler de Can Roca y el legendario El Bulli, reconocidos con estrellas Michelin y como los mejores del mundo en su tiempo, tuvieron la oportunidad de tenerlo entre sus filas.

Su experiencia desencadenó en gestar su sello propio. Siempre sintió especial conexión con la naturaleza y la vida ecosostenible. Desde que realizaba ciclismo en Pachacámac se encargó de observar los terrenos del lugar, hasta que tomó la decisión de abrir su propio restaurante campestre en el distrito. Es así como, en medio de la competitiva gastronomía de la capital, nace Chaxras: un espacio que tiene cocina variada con una inventiva original, la cual lleva más de una década en la zona de Casa Blanca.

Hoy celebra este proyecto, un sueño que él mismo se encargó de cosechar; aunque sus hijas Brissa y Allegra fueron su inspiración para salir adelante. Contempla la granja de animales, juegos para niños y un espacio privado para que los comensales puedan compartir en su restaurante. Lo más especial es el huerto, que permite alimentar la carta que modifica cada dos semanas. «Suelo hacerlo más por el cambio de estación, ya que ciertos platos tienen acogida en determinados momentos. El ceviche fue muy pedido este verano, pero ya voy a incursionar con la pachamanca, pues la situación lo amerita», revela.

Eduardo es la estrella de este lugar rústico que se adapta al concepto que se ha empeñado en transmitir. La cocina de leña ha logrado que el plato predilecto sea el chancho al palo. No obstante, a las cuatro de la tarde se corta la carta del almuerzo y, desde esa hora en adelante, se sirven solamente pizzas artesanales: un aperitivo que se suele acompañar con delicias del bar como pisco orgánico con macerados, cervezas o vinos que siempre mantienen la línea ecológica.

Como en todo negocio, ha tenido que atravesar altibajos. Se hizo acreedor del título al mejor restaurante campestre en la edición de los premios Summum, en 2019, lo cual puso en la cumbre a Chaxras. Sin embargo, un año más tarde, la pandemia resultaría perjudicial para el rubro. «Estuvimos seis meses sin operar. Una baja notable. No obstante, teníamos que encontrar alternativas y los ecoproductos fueron la solución inmediata ante esta crisis», confiesa. El yogur, la granola y los cold press son de los más populares, e incluso han llegado a venderse en hoteles de alta gama como Marriott y Westin.

Chaxras se ha ligado al medioambiente en todos los aspectos. Tiene la oportunidad de colaborar con Pachamama Raymi, una asociación sin fines de lucro, con el propósito de romper el ciclo de degradación ambiental y la pobreza rural. Al respecto, Navarro menciona: «Con los platos de fondo que un cliente consume en el restaurante, se está ayudando a plantar un árbol maderable en la comunidad de Omacha, en Cusco».

Por todos los aspectos positivos que lo avalan, el negocio del chef continúa siendo redondo. Ahora, cuenta con todos los protocolos de salubridad ante la COVID-19, y esto le ha permitido innovar para poder adaptarse a la nueva realidad. «Los clientes ya tienen la oportunidad de realizar home office desde aquí. Les ofrecemos todos nuestros productos», resalta entusiasmado.

El lugar que se caracteriza por llevar lo mejor del campo a la mesa, ha logrado contribuir con el cuidado del planeta al mismo tiempo que ofrece gastronomía de alto nivel. «Quiero darle más fuerza a los ecoproductos y ampliar próximamente el restaurante», concluye. Navarro es un artífice de la cocina peruana. Un hombre que forjó una idea que cautiva cada fin de semana a los aventureros que se dejan seducir por una experiencia de paz a minutos de la caótica Lima.
Escribe: Valeria Burga