El Medio Oriente se abre paso en el mercado peruano con «Muna», un restaurante que tiene como objetivo realzar su cultura y otorgar las mejores experiencias a través de una carta que abraza la diversidad.
El Club Árabe Palestino hizo una convocatoria para establecer un consesionario. Jorge Ode se asoció con su madre, postularon y resultaron airosos. «Ella encajaba como anillo al dedo en el proyecto, ya que tiene experiencia en la cocina árabe. Nació en Palestina, hasta los 16 años estuvo allí, se casó y vino al Perú. Desde entonces ha vivido en este país», menciona. El negocio radica en el lazo familiar, pues lleva el nombre de su progenitora: Muna, que significa «deseo».

La propuesta ha sido bien recibida. Lo que ambos buscan es potenciar la técnica palestina, pero, a su vez, rendir homenaje a la región inca. A partir del año 48, comenzó la migración y se formó un vínculo especial. Los palestinos pisaron Arequipa, Ica, Cusco, Moquegua; no necesariamente la capital. Por lo tanto, una de las metas que acoge este local es que diversas generaciones de sus compatriotas sientan la libertad que les fue arrebatada.

Todos los restaurantes poseen pilares que los desmarcan de la competencia. Jorge asegura que ellos tienen tres: especias, carne y paciencia. Lo último es lo más importante, porque su propuesta se basa en realizar manualidades con diversos insumos. «La base del éxito es el relleno, la cocción que presenta. Usamos abundante carne de cordero, res, pollo y pescado solo en momentos puntuales».
Las expectativas no nublan sus principios. El hecho de respetar el acervo cultural que los caracteriza es indispensable, se alinean a ello y conservan las restricciones musulmanas para otorgar dicho valor a los comensales. «Celebramos la ayuna. Esto significa que las Hojas de parra salen rellenas de verduras y no contienen carne de cerdo», asegura el fundador.

El stock de insumos árabes no siempre permite el abastecimiento total de la cocina. El complemento está en el terreno nacional, factor que permite una carta amplia en variedad para deslumbrar el paladar de los clientes. Presentan entradas frías y calientes. Por un lado está el Baba Ganush, servido con berenjena al horno y tajine, además del toque justo de especias. Por otro lado tenemos el Falafel, croquetas de garbanzo fritas: un plato cien por ciento vegetariano. También el Kibbeh, otro tipo de croquetas, pero rellenas de carne.
En los fondos existe un bagaje de quince platos distintos. Los que más sobresalen son la Hoja de parra, el Zapallito relleno, el Costillar de cordero y el Masarin que, en palabras de Ode, viene a ser una especie de chunchuli acompañado del relleno que caracteriza la comida árabe. «Desde mi punto de vista, es lo más rico que hay», nos confiesa. Para endulzar tu visita, en «Muna» te recomiendan el Qatayef, un postre elaborado al estilo de un panqueque: horneado, frito, bañado con almíbar de la casa, relleno de pecanas y coco rallado.

El toque oriental no solo marca la pauta en el rubro culinario sino también en la coctelería. «Estoy desarrollando cócteles clásicos y de autor, sin que pierdan la esencia de lo que representamos». La mezcla entre ambos mundos se ve reflejada en un Bloody Mary a base de vodka y tajine, una crema de ajonjolí que te hará sentir que estás en el Medio Oriente por unos instantes.
Jorge Ode y su madre han decidido ser fieles a su premisa. «Queremos brindar un concepto totalmente palestino, al mismo tiempo que realzamos el agradecimiento al Perú, país que le abrió las puertas a mis padres y a innumerables compatriotas», puntualiza. No cabe duda de que «Muna» es un proyecto innovador, de aquellos que se atreven a fusionar lo impensado y no descansar hasta posicionarse en lo más alto del ranking gastronómico.
Escribe: Valeria Burga (@valeria.burga26)