Los primeros meses del año son ideales para disfrutar del sur limeño y su gastronomía. Nada mejor que los restaurantes de Pucusana para deleitarnos con las delicias del mar peruano.
Una terraza de segundo piso se convirtió en un éxito rotundo. Max Calmet se apoderó del concepto playero para emprender su propio negocio rediseñando un local con su sello personal. Así nació “La terraza del salón blanco”. A modo de cábala, el restorán de comida marina se inauguró el primero de enero con el objetivo de que todo marche excelente durante el año.
El emprendedor recuerda con nostalgia que empezó a practicar pesca submarina a los seis años. Por ello, decidió fusionar las dos cosas que más le apasionan en un solo proyecto. Es así que él obtiene sus propios insumos y decide al mismo tiempo deleitar a sus clientes a través de las habilidades culinarias que ha adquirido en su trayectoria.
Max nos confiesa que casi todo lo que contenga bonito es lo que más les agrada a los comensales, pese a ser uno de los pescados más asequibles al bolsillo de los peruanos. El lenguado con salsa de conchas y la corvina sudada son otras de las delicias que presenta la cevichería. Aunque parezca mentira, la comida marina no es el único imán que atrae a los clientes. “He incorporado en el restaurante un cóctel denominado la terraza beach para los amantes de las bebidas. Quiero que sientan la experiencia de estar sentados y observar la playa desde los ventanales”, agrega.
Pero la competencia es ardua, teniendo en cuenta que existen alrededor de 50 restaurantes en la zona. Sin embargo, el pescador tiene una estrategia que no le falla. “Yo soy de los que se acerca y ve la mejor opción para el cliente. Pienso que mi atención personalizada es lo que me hace destacar del resto”, señala. Max prefiere usar una pizarra sencilla y no complicarse con el pedido a carta. Para él no es tan importante cuánto llega a vender, pues se conforma con la satisfacción que ve en los ojos de los comensales.
Lamentablemente, la cuarentena llegó y surgió la necesidad de reinvención. Por suerte, tuvo una idea de emprendimiento hace unos meses. “Pesco lenguados de dos a tres veces por semana, los empaco al vacío y los ofrezco en línea. Ahora tengo la idea de vender mis platos prelistos para que solo debas echar el limón y las salsas”, añade. El futuro es incierto, pero si quieres sentirte como en casa y seguro, “La Terraza” es la mejor opción.
Por otra parte, la cevichería Comodoro es una alternativa que te permitirá estar muy cerca del litoral peruano, con una vista al mar que deslumbra a todos los clientes. Ubicado en el club náutico Yacht de Pucusana, que ofrece unión entre las familias asociadas desde 1958; este restaurante ha renovado su estructura y se ha preparado arduamente para otorgar el mejor servicio de cocina y bar a los fanáticos de la bahía.
Céliz Villanueva empezó como bartender y terminó quedándose a cargo hace dos años. Su especialidad es la comida criolla, optando por los tiraditos, ceviches y la popular ronda marina: una apuesta segura desde su perspectiva. Si pensaste que eso era todo, te equivocaste. Actualmente, el emprendedor se encuentra muy emocionado por las reseñas positivas que tiene su gama de cocktails exóticos. Pisco punch, Blueberry ginger tiky, Glamour beach, Tequila julet o chilcanos afrutados son algunos de los más pedidos en la barra. “El bar se encuentra sobre el mar en una especie de muelle con una vista magnífica de Naplo y la bahía de Pucusana. Cuando salpican las olas, llegan hasta esta zona y es maravilloso”, menciona.
Villanueva está muy seguro de la efectividad del negocio y no le teme a la competencia. Es consciente de que el Yacht Club ya tiene un público selecto y del 20 al 30 por ciento de la audiencia garantizada. Sin embargo, el tema de la pandemia sí ha pasado factura: “Muchas personas se han guardado en sus casas, optan por no venir o se han ido al extranjero, lo que nos genera pérdidas”, menciona.
Sin embargo, si en su destino está escrito seguir a cargo de Comodoro, le gustaría implementar una zona de parrillas y poner el local al estilo de una terraza, ya que afirma que eso es lo que “jala el ojo” de los comensales. Pero, por ahora, se ajustará a las medidas de confinamiento y procederá a utilizar el delivery para los embarcadores de yates y lanchas: sus fieles consumidores.
Escribe: Valeria Burga
«Columna publicada en Revista Cocktail N°38»