Los Productores de Piscos de Caravelí, expresan su total rechazo ante la promulgación del Proyecto de Norma Técnica de Salud, para la Fabricación y Elaboración de Bebidas Alcohólicas Vitivinícolas, derivados y su Resolución Ministerial 732-2020/MINSA aprobatoria, elaborada por DIGESA y publicada en el Diario El Peruano.

En este sentido, los productores se sienten vulnerados en su totalidad y no contemplados de manera precisa, ya que afirman en esta norma se ha dejado de lado las técnicas de proceso artesanal, tradicional y ancestral que constituyen un factor fundamental para que su producto diferenciado se llame con propiedad “pisco”.

“Dicha revisión y corrección de la norma debería ser encargada a un equipo de especialistas del sector vitivinícola que tenga el suficiente conocimiento, concepto y bagaje para poder establecer la norma idónea y adecuada que dirija a este sector”, sostienen. En la revisión, se contemplan situaciones referidas más al contexto de fabricación industrial y son mayoritariamente genéricas.

Además, no diferencian las producciones industriales de los medianos y microempresarios que, en su gran mayoría, son los productores artesanales de Pisco en el Perú y con autorización de uso de la denominación de origen. “No se está respetando el término de Terroir o Terruño, Cultura y Tradición, como enunciado y concepto del pisco, Patrimonio del Perú”, enfatizan.

Debido a las inconsistencias y falta de inclusión de temas de producción, contexto social y cultura ligados a la producción del pisco, los productores solicitan que la norma sea corregida y que se aperture un capítulo con especial énfasis en el tema de producción artesanal. Considerando que el pisco, desde sus principios de elaboración, corresponde a “un producto inocuo”.

Cabe mencionar que “se está tomando otros parámetros que corresponderían a otros procesos productivos de alimentos y manufactura, donde sí existe riesgo alimentario”. Asimismo, como sector artesanal, aseguran ser quienes propiciaron las mesas de trabajo, donde asistieron a las cuatro realizadas en Lima y una última realizada en la ciudad de Moquegua.

Pese a ello, la confusa y extraña publicación los margina e inhabilita para seguir produciendo. Por ello, debe contemplarse que el pisco es un producto agro rural, nacido en el campo y bajo los elementos que lo caracteriza. “Es en esta condición que se obtienen nobles productos, algunos galardonados con premio a la calidad y reconocimiento nacional e internacional” añaden.

Las pretensiones de esta norma afirman “hecha por la borda” todo concepto del pisco como símbolo de identidad, singularidad, genuinidad, autenticidad y producto bandera del Perú. Por otro lado, afirman que la vigencia de esta norma traería la desaparición de las verdaderas bodegas artesanales, en función de las cuales se ha construido un signo distintivo que enorgullece al territorio peruano.

En consecuencia, desaparecería la cultura y tradición pisquera, lo cual privaría de sustento a que exista la propia denominación de “origen pisco”. Asimismo, se considera que, en el tema social y laboral, este documento no contempla la importancia de mano de obra que genera la producción artesanal, brindando empleo al entorno familiar y a la comunidad donde se desarrolla la labor productiva del pisco.

Es preciso recalcar que en muchos casos significa el único ingreso económico de generaciones que se han dedicado a la producción del pisco artesanal. El enoturismo, como segmento turístico y política de estado, también se vería perjudicado en toda su dimensión, ya que no existirían las emergentes Rutas del Pisco en las 5 regiones, debido al cierre de bodegas tradicionales.

Esto desmerecería la importancia de mostrar el patrimonio material e inmaterial que tiene cada bodega, valle, región o centro pisquero. “El Estado peruano al pisco le ha dado la máxima consideración nacional de producto bandera, así que esta norma es contraproducente porque desconoce la misma naturaleza e identidad de la producción artesanal”, concluyen.