El uso de anticonceptivos ha tomado las redes sociales el día de hoy, a raíz de las declaraciones de una candidata a la vicepresidencia que ha puesto sobre la mesa un tema que nos tenía más divididos de lo que nos gustaría aceptar: el de llevar una sexualidad conservadora o libertina. ¿Es machismo el uso de anticonceptivos? ¿Estás cosificando a tu pareja si quieres mantener relaciones con ella por puro placer? ¿Lleva esto a una sexualidad egoísta y hedonista? ¿Esta forma de ver la sexualidad puede ser causa de violencia doméstica?

Estas son preguntas que no vamos a responder aquí, pues esta página es sobre historia y no sobre moral, pero sí vamos a aprovechar para examinar cómo era la sexualidad en el Perú prehispánico. Para ello me voy a basar en un reciente libro publicado por José Luis Vargas Sifuentes, “La Sexualidad en el Imperio de los Incas”.

Empezaré aclarando que no es adecuado enmarcar una sociedad que se desarrolló hace 500 años o más, dentro de los parámetros actuales de moral conservadora o liberal. Veremos que tuvieron políticas que se pueden considerar tanto de uno como de otro lado, siendo ambas totalmente válidas bajo su concepción.

Una de las prácticas más conocidas es la del servinacuy, un periodo de convivencia antes del matrimonio donde las parejas podían mantener relaciones sexuales. Si la convivencia no funcionaba, cada uno regresaba a su vida normal sin ningún tipo de reproche moral.

Si bien este hecho indicaría que no se daba gran valor a la virginidad de la mujer, sí lo hacían con la relación entre el acto sexual y la concepción, al punto que se castigaba duramente cuando se intentaba realizar un acto sexual que no lleve a la procreación. Por ejemplo, castigando con duras penas la masturbación y el aborto.

Para el caso de la masturbación, el cronista Martín de Murúa indica que eran expulsados de su pueblo por el tiempo de un mes. El aborto también fue penado por el Inca Pachacútec.

No existe mucha información para el uso de anticonceptivos, más allá que algunos historiadores presumen que los moche usaban tripas de llama como preservativo (un poco incómodo ¿no?), aunque no hay pruebas de esto.