Una corriente de incertidumbre parece convivir con la precariedad política, sanitaria y económica del Perú. La situación de crisis originada por la pandemia llegó de forma abrupta, impidiendo cualquier tipo de accionar que pretendiese obtener resultados significativos. “Si año tras año estamos desprevenidos para las heladas, imagínate esto”, comenta. No se equivoca, pues ya son casi cinco meses de pandemia y el hecho de pensar en el futuro es una responsabilidad preocupante que atemoriza a quien se lo proponga. “Hoy ha confluido aquella ineficiencia política y esa carencia de un compromiso responsable de los ciudadanos”, agrega.

Es de conocimiento público que muchos electores tampoco desempeñan de forma idónea su labor ciudadana, lo cual suele desembocar en los resultados ya conocidos. Además, es relevante recalcar que resulta contraproducente apostar políticamente por la juventud, si esta personifica las características o ideas perniciosas que tanto se les critica a los ‘experimentados’. Ante esa situación de indiferencia ciudadana, Sigrid considera que existen pesos y contrapesos: “pareciera que el rol de la sociedad es solo ir a votar. Me rehúso a dicha reducción”. Además, añade que la situación de Pedro Cateriano grafica aquella culpa compartida y sociopolítica.

Durante esta pandemia, el fenómeno de los inmigrantes, el desempleo masivo y tantos aspectos fundamentales han padecido una indiferencia política absoluta. “Estos cinco meses se han desperdiciado en ese sentido”, afirma, mientras hace alusión a las periferias de Lima y a provincias donde el Estado brilla por su ausencia. Con todo ese panorama, Sigrid considera que lo peor aún no ha llegado, ya que el país está inmerso en una segunda ola pandémica, donde el repunte de los contagios, el nefasto balance económico y las proyecciones de pobreza extrema van tomando forma con el transcurrir de los días y ya se siente su presencia en muchos sectores.

“El manejo económico es preocupante. Se han perdido empleos. Saldremos de nuestra casa y nos toparemos con la pobreza en la cara”, comenta. Señala que la obsolescencia de los bonos, los científicos y biólogos peruanos que carecen de la confianza e inversión estatal para poder generar pruebas moleculares y las contradicciones del Ministerio Nacional de Salud y la Defensoría del Pueblo reflejan contradicciones e inoperancias incisivas. “No se optó por una repartición de víveres, por el contrario, existe una inmovilización dominical innecesaria que solo origina tráfico los sábados e intranquilidad continua en la ciudadanía. Es increíble”, sentencia.

Sigrid percibe un fraccionamiento ciudadano cuya pluralidad no presenta una cohesión colectiva para lograr fines en común. Para lograrlo, menciona que una de las herramientas principales radica en los movimientos sociales articulados. Se trata de un caldo de cultivo, donde, si se analiza, hay más beneficios que pérdidas, lo cual permitiría un cambio gubernamental importante. Asimismo, sostiene que el Bicentenario configura la oportunidad ideal para logar una realidad sociopolítica beneficiosa: “las personas deben tener una postura política y una convicción remarcada. Es mejor eso a ser indiferentes a causa de la desinformación”, explica.

Por esa razón, recalca que los medios tradicionales se encuentran realizando un profundo esfuerzo, debido a que los periodistas son conscientes de que su labor no abarca todos los vacíos hoy existentes. En consecuencia, la utilización de las herramientas digitales le permite a este sector complementar su trabajo periodístico y tocar temas relevantes para la educación, información y soporte de los ciudadanos. En este sentido, considera que la situación de crisis originada por la pandemia constituye una oportunidad para aprovechar el internet y utilizarlo de forma responsable, dejando de lado las críticas destructivas, los insultos y el ocio inoportuno.

La reconocida periodista considera que en el Perú no faltan candidatos. No obstante, reafirma que lo que hace falta son partidos políticos serios: “necesitamos calidad y no cantidad”. De igual manera, asegura que se necesita una formación política trascendente, debido a que muchas veces se observan casos de deportistas ascendidos a ministros, sin demostrar aptitudes necesarias, finaliza: “no se trata de un desmérito, pero tenemos un sistema que no valora la política y la convierte en un negocio. La política es una carrera de servir a la gente y saber cómo hacerlo a través de la experiencia, no un negocio para enriquecerse. Se debe cambiar esa lógica.”

Escribe: Renatto Luyo