La situación actual de crisis sanitaria que atraviesa el país ha generado un impacto significativo en la economía de muchos trabajos. Asimismo, la funcionalidad de muchos negocios ha padecido abruptos contratiempos. En ese sentido, Silvia, una destacada productora peruana de cervezas, expresa su relevante perspectiva en cuanto al panorama actual de incertidumbre política, económica y social. Asimismo, comparte sus vivencias en el mundo de la producción cervecera.
Silvia es una de las exponentes más representativas del Perú, si de cerveza se habla, debido a que es directora de Brubar, una escuela cervecera donde se brindan enseñanzas de análisis sensorial y más conocimientos de dicho rubro; copropietaria de la marca 2Broders, en la que trabaja junto a su hermano; y también socia de Cevichela, el cual configura un novedoso, innovador y magnífico bar de cervezas artesanales que reivindica el consumo responsable.
En cuanto a Cevichela, Silvia confiesa que sus planes estaban desarrollándose con mucha virtuosidad, ya que pretende renovar el funcionamiento y la apariencia de sus locales. Por consiguiente, comenta que se incluirán unas tuberías forradas de acero inoxidable con visores para que cada vez que la cerveza pase por los fermentadores se aprecie su composición. “Todos podrán ver detalladamente. Se exhibirán procesos de cocina y fermentación”, admite.
Definitivamente, pese a la organización y las distintas iniciativas, los efectos de la pandemia han afectado a su desempeño laboral. Sostiene que 2Broders siempre se enfocó en que la totalidad de su producción sea en barriles, ya que en un principio no deseaban embotellar. Sin embargo, con la intención de ampliar su alcance, decidieron incluir el embotellamiento, expresa: “Optamos por incluir las botellas, ya que podríamos sentir las emoción que causa ver nuestra creación en mano de otros”.
Al ser un negocio de familia, las responsabilidades están compartidas. A veces, uno se encarga de la producción y otro se enfoca en la distribución o en las ventas. De igual manera, señala que precisamente la pandemia les cayó a pelo, debido a que ya tenían todo listo para la incursión de los mecanismos de embotellamiento (botellas, etiquetas y diseño). Sin embargo, nos cuenta que el 80% de sus ventas radicaba en los bares y en los restaurantes.
Por esa razón, sus ventas disminuyeron sustancialmente y aunque sean hechos fortuitos, las consecuencias económicas existen: “promovemos el delivery, pero ser una cervecería gitana en estos tiempos es muerte total”, añade. Silvia confía en su trabajo y comprende que la situación de incertidumbre que hoy aqueja a diversos negocios y economías terminará por acomodarse en algún momento y ella, como muchos, espera que sea pronto.
Actualmente, Silvia cuenta con una gama increíble de productos que enaltecen sus espacios de trabajo. Por ejemplo, nos comenta sobre dos lanzamientos de cerveza. En primer lugar, “Pausita”, una cerveza con hipa y flor de Jamaica, la cual fue realizada en colaboración de dos españoles. Por otro lado, “La querida chacra”, una cerveza realizada en conjunto a Barba Azul. Si algo percibimos de Silvia es su compromiso con la calidad ofrecida a los clientes y nos queda claro que después de la pandemia dicho sentir podrá ser divisado nuevamente en cada local.