Tenemos costa, sierra y selva. Contamos con cientos de platillos para cada paladar. Somos testigos de nuestros bailes típicos e instrumentos como el cajón o la zampoña. No es secreto que somos un país megadiverso en cuanto a cultura, etnias, folklore y biodiversidad ecosistémica. Turistas vienen de diferentes partes del mundo para deleitarse con nuestra comida y recorrer, como dice la canción: “nuestras tierras, cumbres, ríos y quebradas”. Se podría decir que tenemos de todo un poco. Además, sabemos que los platos, los ecosistemas prolíferos son nuestras mayores fuentes de orgullo. No obstante, el arte no se queda atrás.
El arte peruano ha pasado por varias etapas para llegar a lo que es hoy. En estas fechas especiales, en las que todos evocamos un pasado lleno de recuerdos históricos de nuestra patria herida pero amada, también nos sumergiremos en un paseo visual por la historia del arte peruano con efusivos tintes patrióticos.
Inicia con el arte precolombino, en el que las principales piezas eran tejidos y cerámicas que se centraban en representar los elementos de su medio (la mayoría elementos de la naturaleza). Luego, en el arte virreinal, se introduce el fresco con influencias italianas. Las pinturas reflejaban el orden social y los santos. Cabe mencionar que la mayoría del arte virreinal fue religioso. Más adelante, se guiaron del barroco español, una época en la que aparecen los famosos retablos y la escuela cusqueña (finales del siglo XVII). Entre las batallas por la independencia, aparece el arte republicano, el cual imitaba el estilo europeo: un estilo más rococó y dinámico que destacaba a los mártires de la independencia.
En mitades del 1800 aparecería el costumbrismo limeño. La pintura académica como tal apareció en el siglo XX y el arte peruano para esa época nos hablaba más de un sentimiento patriótico, dando sus primeros pasos en la modernidad. También, era más académico y no se buscaba que el artista volara con su imaginación. La Escuela de Bellas Artes jugó un papel importante en esa época como cuna de varios artistas e intelectuales emergentes. No era una escuela que fomentase la libertad de expresión. En dicho contexto, el pintor Daniel Hernández fue uno de los más destacados artistas que contribuyeron al arte peruano y dirigió la escuela hasta su fallecimiento.
Al mismo tiempo, aparecía el indigenista cajamarquino, José Sabogal, en los años 20. Este artista es quien introduce motivos criollos e indígenas y genera una nueva corriente en defensa de los derechos sociales y tradiciones culturales de los pueblos indígenas. Era un arte puramente nacional. Él fue profesor y posteriormente dirigió la escuela de Bellas Artes. Este movimiento marcó un hito y definió a muchos artistas que vendrían después. Evidentemente, sí hay mujeres en el arte, y cabe mencionar a la artista Julia Codesido y a Teresa Carvallo, ambas también indigenistas.
En los 40 aparecen los surrealistas Cesar Moro y Ricardo Grau, -parte del grupo ¨Los independientes¨- con una nueva onda de modernismo cosmopolita, pero ligada a lo andino. La estética que trajo Grau de París resurgió una paleta europea más impresionista. En esa época, Víctor Humareda era un joven puneño que llegó a Lima a estudiar Arte. Él pudo nutrirse de ambos estilos y desarrolló gustos por el color y la estética más afrancesada. Conforme su arte maduró, siguió siendo fiel al patriotismo andino. Sus cuadros mostraban su tierra y folklore con colores dramáticos y contrastados. Por otro lado, en los 50, el destacado artista Adolfo Winternitz, de origen austriaco, emigra a Lima y funda la Facultad de Arte de la PUCP. En esa época era conocida como la “Academia de Arte Católico” y de la cual más adelante aparecerían artistas como Fernando de Szyszlo, Julia Navarrete, Marcelo Wong, Huanchaco, Miguel Aguirre, entre muchos otros.
Más adelante, por los años 60, aparecen las abstracciones, la pintura figurativa, la experimentación y el arte naif. Asimismo, aparece una mirada moderna con inclinaciones a lo ¨Pop¨. De esta forma, permitía apreciar que su esencia estaba más acorde a lo que sucedía a nivel mundial, mientras lo local quedó relegado. Por consiguiente, los 80 fueron años difíciles para el Perú y el arte lo demostró. Años después, en los 90, aparecieron quienes hoy son mis profesores y grandes maestros del color.
Cada generación de peruanos artistas se nutrió de la anterior y fue evolucionando en un arte convergente. A diferencia de las vanguardias, el Perú no presentó puntos de quiebre sin retorno. La evolución del estilo fue más calmada, pero igual hubo varias disputas internas sobre cuál era el estilo que debía representarnos. Así pues, la que experimentaron los europeos con los ¨ismos¨ rechazaba rotundamente a la anterior. Tenemos bastante arte ¨Naif¨ pero también arte abstracto de la escuela antigua.
De igual manera, existen varios artistas jóvenes con una pincelada clásica occidental y también muchos figurativos. Al igual que los sabores y sazones, tenemos colores, escuelas, historia y un sentido de patriotismo único; somos un pueblo que se ha transformado a través del tiempo. La realidad no es la misma para todos, ni siquiera en la pintura tuvieron una sola realidad y nuestra tradición es importante no solo a nivel artístico.
Es verdad entonces lo que decían mis profesores, no puedes apreciar lo que no conoces. El arte peruano no es solo Lima, todo lo contrario. Como estudiante de arte, agradezco a todos los artistas que forjaron el camino para que hoy, como peruana y algún día pintora, pueda decidir hacia dónde inclinarme, sin perder la esencia y la historia de mi amado país.