Las tabernas forman parte de la resistencia bohemia que mantiene vivas las tradiciones de antaño ante el desarrollo urbano. Estos lugares llevan décadas añejándose en sus antiguos locales y, dentro de ellos, más que comida, uno encuentra un segundo hogar.

Piqueo de la casa en Superba. Jamón artesanal, queso, aceitunas y una porción de sarsa criolla. | Fotografía: Fiorella Gómez

Una mesa bien servida, una carta sabrosa y bebidas por doquier. La comida fue hecha para compartirse, y las tabernas también. En estos lugares han confluido las mejores mentes de nuestras generaciones antepasadas. Artistas, escritores, músicos y hasta políticos han conversado con los suyos en sus mesas. En homenaje a su historia y relevancia en el escenario nocturno de la capital, te traemos una ruta con tres de las tabernas más icónicas.

BAR CORDANO

Este recordado bar, refugio de intelectuales y trasnochadores, tiene más de 110 años de existencia atendiendo a todos los peruanos. «En su momento, en la parte de arriba estaba el Hotel Comercio. La gente llegaba a Desamparados por montones. Era la estación principal. Muchos se hospedaban y comían aquí», recuerda Jacinto López, uno de los trabajadores que se convirtió en propietario junto con sus compañeros en 1978, cuando los Cordano les entregaron el negocio antes de volver a Italia.

Jacinto López, socio director del Bar Cordano. | Fotografía: Fiorella Gómez

En este lugar podemos encontrar una carta tradicional llena de delicias de antaño. Durante nuestra visita, disfrutamos de una contundente causa limeña. Su presentación no tiene secretos, pues es un plato amigable y familiar. Se prepara con papa amarilla, pollo, granos de choclo y en su cima se corona con un huevo duro y aceitunas negras. Igualmente, nos ofrecieron una butifarra con jamón del país, hecho artesanalmente por los trabajadores, siguiendo la misma receta que utilizaron desde su fundación.

Butifarra de jamón del país. | Fotografía: Fiorella Gómez

En el apartado de bebidas, encontramos el «Pisco Sour de Canela», de textura suave y aroma intenso, ideal para beber solo o con buena compañía. Otra de sus bebidas tradicionales es el «Sol y Sombra», que se prepara con pisco puro Quebranta y con licor de guindas para otorgarle ese color tan característico.

SUPERBA

Casa de la tertulia y de las noches interminables. La mítica taberna congrega a una gran cantidad de visitantes que, fieles a ella, no dejan de acudir para disfrutar de un buen momento con sus seres queridos. Desde hace ochenta décadas, la familia de Alhelí Castillo ha mantenido con esmero la tradición que fue heredada de su abuelo, Silvio Canata, quien trabajó durante toda la vida atendiendo a los comensales como si los recibiera en su propia casa. «Una vez que alguien viene a la Superba, mi reto es conquistarlos con buena comida, con un cóctel rico. Así es que te quedan esas ganas de volver», explica Alhelí Castillo, quien dirige el negocio.

Alhelí Castillo en la barra de Superba. | Fotografía: Fiorella Gómez

En realidad, es imposible no enamorarse de los potajes que se ofrecen aquí. Es obligatorio probar el infaltable «Lomito al Jugo», hecho con lomo de res y cocido hasta quedar suave y jugoso. La sazón es hogareña, se come a cucharadas y su acompañamiento eterno será el pan fresco. Para engreír al estómago es infaltable probar el pan jamón de la casa, elaborado con esmero y sabor casero; respetando una receta que ha pasado de generación en generación. Este jamón también está presente en los piqueos de la carta, ideales para acompañarse con el clásico «Chilcano de Guindas».

JUANITO DE BARRANCO

Hogar del legítimo jamón del norte y de las mejores noches de Barranco. El Juanito es una taberna cargada de historia, anécdotas y tradición que hasta la fecha sigue manteniendo intacta su hospitalidad y atención característica. Ubicados frente a la Plaza Municipal de Barranco, son y fueron el punto de encuentro de muchas personas que, atraídos por su buena sazón y bebidas, lo convirtieron en su segundo hogar.

Fotografía: Fiorella Gómez

Hasta el día de hoy, esta taberna sigue recibiendo las visitas frecuentes de artistas, actores, músicos, arquitectos y todos los noctámbulos de Lima que buscan pasar un buen rato. Juan Casusol, César Casusol y sus hijos son los personajes que mantienen en pie este lugar emblemático, atendiendo a sus comensales con el cariño de siempre.

Fotografía: Fiorella Gómez

«Así como se ve este lugar, es exactamente como lo dejó mi papá. Nosotros ya estamos encaminados, porque él construyó esto con mucho trabajo», comenta Juan Casusol recordando a su padre “Juanito”. Si realizas una visita, es pecado no comerse un rico sánguche de jamón del norte con su ajicito y un buen capitán. La música, las conversaciones y las risas corren por cuenta de la casa.

Escribe: Fiorella Gómez (@periodisteando.pe)