Marta Vieira, Alex Morgan y Ada Hegerberg son íconos del fútbol femenino que han despertado el interés alrededor del mundo. Pero, ¿qué sabemos de las jugadoras peruanas? Aquellas que disputaron los Panamericanos Lima 2019, la Copa Libertadores y la Liga Femenina que significó un paso adelante en esta disciplina. Probablemente, algunos no estén enterados y no se les puede culpar del todo, pues los medios se han encargado de difundir noticias a medias. Como periodistas, tenemos la responsabilidad de poner en evidencia un tema que pocos se atreven a tratar; especialmente ahora que las seleccionadas disputan, desde el 08 de julio, la Copa América Colombia 2022.

Hace poco caímos 5-1 ante México en un amistoso previo a este certamen. De hecho, son contadas las veces en las que hemos obtenido resultados favorables. La mayoría se encarga de juzgar los resultados de la Selección Peruana tal como ocurrió en Lima 2019. En efecto, las jugadoras se enfrentan a múltiples desventajas, más aún luego de una ardua pandemia que tuvieron que afrontar desde casa. No obstante, los obstáculos las persiguen desde antaño.
El conservadurismo es el problema más grande. Aún no entendemos que el deporte es para quien tiene la condición y no importan las distinciones de raza, sexo u otras. El fútbol es una de las prácticas más avaladas por la población peruana, con miles de hinchas que se sienten identificados con un equipo en particular y que siempre están pendientes de lo que ocurre con él. Pero, cuando se trata del equipo femenino del club, la cantidad de espectadores disminuye notablemente. Recuerdo que cubrí un partido entre Deportivo Municipal y Sporting Cristal. Cuando las mujeres se adentraron en el campo, solo quedaron ellas.
La cantidad de espectadores era casi nula y la cobertura mediática se esfumó ni bien culminó el encuentro anterior. Hubo algunas cámaras de estudiantes realizando reportajes como el mío. Esto es una realidad, ya que día a día los medios se encargan de comunicar lo que sucede con el fútbol masculino, háblese de la Liga 1, eliminatorias, polémicas, entre otras cosas. Aunque las redes sociales han sido una vitrina de exposición de las jugadoras, sigo pensando que no es suficiente para todo el trabajo que vienen realizando al igual que los hombres.

Otra gran barrera es la ausencia de profesionalismo. Si bien es cierto de que algunas futbolistas ya cuentan con sponsors, seguro médico, remuneración, entre otros beneficios; esto es desigual comparado con el fútbol masculino. El salario es mínimo y no solo para las jugadoras, sino también para el cuerpo técnico. De por sí, la brecha salarial genera desmotivación, sumado a que el entrenamiento y preparación psicológica no son constantes o eficaces como deberían. Hay que tener en cuenta que la mayoría de jugadoras son universitarias o madres, y se sacrifican con la esperanza de que un día se les tome en serio.
Queda claro que el fútbol femenino es amateur porque no está bien constituido. La avalancha de opiniones siempre es negativa porque se desconoce el trasfondo que padecen las deportistas. No pueden vivir de lo que les apasiona y, si apuntan a este estilo de vida, deben financiarlo ellas mismas. Existe un partido pendiente, y no solo me refiero a los que disputaremos en la Copa América, sino a aquel en el que no nos hemos puesto la camiseta durante todos estos años. ¿Qué estamos esperando para cambiarles el panorama?
Escribe: Valeria Burga (@valeria.burga26)
Editora General