Tenía pasajes para ir a Arequipa en abril 2020, pero por las restricciones pandémicas me truncaron el viaje. Sin embargo, en cuanto pude decidí retomar el proyecto. Esta vez para presentar mi libro “El pisco en su terruño”. Y hacer un recorrido por la historia de la vitivinicultura de la mano de la gran Edith Postigo y visitar entrañables amigos pisqueros. Y lo mejor de todo, en compañía de mi amore y mis hijos. ¡Qué viaje más maravilloso!

  • Torontel Toro muerto, S/ 55

Hicimos nuestro ingreso a los viñedos Toro Muerto con una sonrisa de oreja a oreja. A pesar de conocer a los anfitriones de lujo: Karina y Enrique Luque; no imaginamos encontrar un par de botellas y copas esperándonos como un gesto de cariñoso recibimiento. ¡Qué tal detalle! Si bien esta vez no los vimos, dejaron el encargo a los responsables. Con alegría caminé por estos viñedos bien cuidados. Qué emoción poder visitar los petroglifos Toro Muerto, que hacen inmejorable la experiencia. Estando ahí, entendimos por qué son especiales y tienen esa energía única. Este torontel es especial, con toques a lima, mandarina, azahar y miel. Es uno para tomar y echárselo encima.

  • Acholado La Barrera, S/ 30

Lo que más me gusta y emociona de este mundo pisquero, es que siempre conozco nuevas bodegas. Cuando viajo a Corire me alojo en la bellísima “Posada Picardo” y cada día, a primera hora, salgo para mi caminata de rutina. Las tinajas de esta, ya las había visto hace algunos años en el camino y, como están prácticamente destruidas, no me imaginaba que seguían produciendo piscos en la parte de abajo, donde se encuentra la bodega y los viñedos. Busqué el ingreso y encontré a Carlos Barrera, quien con toda gentileza, nos hizo un recorrido por cada rincón. Luego, nos invitó a su casa, presentó a su encantadora madre e invitó este acholado que tiene aromas y sabores a manzana, plátano, toffee, flores blancas y pasas negras. Es ideal para acompañar trufas de chocolate.

  • Negra criolla Chirinos, S/ 40

Esta bodega data del año 1722, ya la había visto en mis caminatas desde la Posada Picardo hasta la capilla “El Santuario del Huarango”; sin embargo, como siempre pasaba por ahí temprano y con un programa ocupado de viaje, nunca tuve la oportunidad de entrar. Pero esta vez, anoté el teléfono y pregunté si se podía visitar. Así que luego del recorrido del día, fui a la bodega. Qué sorpresa encontrar un restaurante con una preciosa vista a los viñedos y al valle; y deliciosa comida de la zona, donde la estrella es el camarón. Gianni Chirinos se acercó a saludarme y a mostrarme su línea de piscos, de los cuales, este me encantó especialmente por sus agradables aromas y sabores. Majes es sin duda un valle pisquero y cuna de piscos memorables.