Los vinos de Margaux tienen una clara etiqueta: elegancia, finura y delicadeza, pero añaden además un plus de estructura y potencia entre sus características más resaltantes. Esto, quizás, porque utilizan más merlot en sus blends y reducen así la participación del cabernet sauvignon a diferencia de las otras denominaciones aledañas.

Esta receta, definitivamente, genera otro matiz a los vinos de esta apelación. Chateau Palmer sigue estos lineamientos desde su génesis, allá por 1784, y hasta la fecha es uno de los referentes de Margaux pese a la férrea sombra que genera el Chateau Margaux. Palmer reposa sobre Cantenac, una comunidad que junto a Arsac, Labarde, Margaux y Soussans, dan vida a la AOC Margaux. Como sabemos, la calidad de los vinos nacen del terroir, y dentro de AOC Margaux, existen tres mesetas elevadas que destacan sobre el resto de terruños.
La primera está ubicada en los aledaños del pueblo de Labarde, donde destaca Chateau Giscours (tercer Cru Classé), la otra zona está en una elevada loma que se asienta sobre Cantenac, donde Palmer tiene cultivadas sus 55 hectáreas de viñedos. Finalmente está el leve altozano que se expande en Margaux (localidad), lo que para los ingenieros agrónomos es el principal culpable de los grandes vinos de Chateau Margaux. Las características son similares en todo el Medoc, predominan grava, limo y arena, lo que dan las herramientas para una uva sana. Pese a que el referente de esta AOC es, sin duda, Chateau Margaux por ser uno de los primeros Crus en la Clasificación Oficial del Vino de Burdeos de 1855, esto, para los entendidos, es un tema que puede pasar a un segundo plano cuando sigues los impulsos de tus sentidos.

Esto lo comprobé en la cata que realizamos con Jean-Louis Carbonnier, director para América de esta reputada firma francesa. No había tenido la oportunidad de saborear un Palmer, y luego de la cata quedé gratamente cautivado por la elegancia de sus vinos. Chateau Palmer, cabe mencionar, es uno de los catorce Troisièmes Crus en la Clasificación Oficial del Vino de Burdeos. La cata se inició con un Alter Ego Vintage 2011, una nueva línea de Palmer para captar un público que quiera acercarse a sus grandes vinos. Desde 1998 se viene produciendo esta segunda etiqueta.
La diferencia entre el Alter Ego con los Palmer está en las diferentes técnicas de elaboración del vino y proporciones diferentes de uvas. Alrededor del 40% de la producción de la finca se vende como Alter Ego de Palmer. Es un blend clásico de merlot 48%, cabernet sauvignon 37% y petit verdot 15%. Luego llegó el Chateau Palmer Vintage 2009, otro blend de merlot 52%, cabernet sauvignon 41% y petit verdot 7%. Un vino de otro escalón, igual con una fuerza tánica particular, pero domado por el merlot. Lo que me sedujo de este Palmer es que destaca por su finura en nariz y en boca.

Finalmente catamos el Chateau Palmer Vintage 1998, un blend de merlot 52%, cabernet sauvignon 43% y petit verdot 5%. Esta fue una de las mejores añadas de los últimos años en Medoc. Destaca claramente lo frutal del merlot. Pasó 21 meses en barrica de roble francés nuevo. En nariz es tostado con notas de café, cuero, la presencia de alcohol era más sutil. En la segunda nariz, escapaba un agradable mentol. En boca destacan los taninos sedosos, amables, las notas de frutos negros se repiten. Buen final. Un vino que estaba en su punto. La experiencia dejó claro que el viejo mundo siempre será el líder en cuanto a los grandes vinos se refiere. Premium Brands dio en el clavo.
Escribe: John Santa Cruz (@josancru)
Director general