Luego de siluetas estructuradas, sofisticadas telas y accesorios fuera de este mundo, aquí están de vuelta, anchos, vaporosos y en una de las telas más antiguas de la humanidad: el algodón. Los vestidos campesinos, simples, coloridos, lisos o estampados, vuelven una y otra vez para derramar su magia sobre nosotras. 

No se sabe exactamente cuándo tomaron la silueta actual, pero hay ilustraciones de vestidos, o dos piezas, usados por la servidumbre y agricultores en la Inglaterra del siglo XVIII. Otros autores indican que, luego de la Revolución francesa y la eliminación de los códigos de vestimenta de la realeza, la simplificación de las piezas de vestir era también una necesidad ante tiempos turbulentos. Puede que esas capas de ropa interior que creaban volumen por debajo pasaran a ser piezas externas, entre ellas el vestido en cuestión.

De este lado del mundo, el colonialismo y la esclavitud eran los regímenes económicos del  momento y la clase obrera compartía un uniforme de trabajo similar: ropa de algodón ancha que permitiera el movimiento en el campo y bajara la temperatura junto con el sudor.

Dentro de ese repertorio estaban las camisas de mangas grandes y los camiseros, muy parecidos a las anteriores, solo que más largos y acampanados en el ruedo, usados para los domingos. Por la clase trabajadora que algunos países latinoamericanos adoptaron parcial o totalmente este traje como típico, en honor a las mujeres que forjaron naciones con variaciones de la blusa de agua, lluvia o camisera y falda acampanada, terminando por denominarse como traje o vestido campesino.

46 【FOTOS】 Ideas de Vestidos Campesinos ¡Viste Muy Cómoda Esta Temporada! |  Vestidos | Moda 2019 - 2020

Llegamos al siglo XX. Los vestidos campesinos volvieron a ser opción durante los años 20 y la gran depresión. Una rama de ellos evolucionó a lo que llamamos vestidos de abuelita, pero en los años 30 estaban de moda. En las décadas del 60 y 70, la juventud buscó en la vestimenta una forma de expresar rebeldía, y el uso del vestido campesino, relacionado con las clases menos privilegiadas y estilos de vida no convencionales, terminó siendo idealizado, cubriéndose de un romanticismo que distorsionó su pasado. 

Yves Saint Laurent identificó esta tendencia y pudo lanzar el famoso estilo de «campesino rico» o «campesino elegante»: blusas con cordones y faldas largas y anchas, con cinturilla fruncida, llamadas faldas dirndl (falda de jovencita cuyo origen se remonta al traje femenino dirndlgewand de Bavaria y Austria). El peasant chic continuó hasta mediados de los 80 y retornó más tradicional a finales de los 90, siendo conocido como bohemian o bohochic.

Posteriormente, los vestidos campesinos se relegaron a los fines de semana en casa, apareciendo de nuevo como opción para salidas diarias, ya sea por placer o por trabajo, haciéndonos sentir cómodas, bonitas, encantadoras. Sí, como por arte de magia. 

Con el énfasis que ponen las escuelas de moda en la experimentación de materiales y siluetas, y en propiciar un diálogo en temas que nos afectan y que también son tratados en otros contextos, a veces también olvidan enseñar el valor de las prendas básicas y cómo la moda puede ayudarnos a sentirnos mejor. Hechizarnos para hacernos sentir bien es el papel de la moda ahora y pienso que no deberíamos pedir más de ella. 

Escribe: Katia Ríos (@kriosmillares)