A raíz de una predisposición hacia la autonomía y conductas autodidactas del rubro gastronómico y digital, Víctor Tarazona se ha convertido en el más extraordinario escultor de tortas del país. Sus pasteles más increíbles, exóticos y rigurosamente elaborados hacen de SugarLab un negocio distinto, donde los clientes tienen la libertad de elegir colores, sabores, texturas y tamaños. Además, pueden diseñar o requerir medidas específicas sobre los pasteles.

Víctor confiesa que inició luego de trabajar en la casa de sus padres. En esa época pensó en plasmar aquella idea de una pastelería. Participó en mistura junto a sus amigos y fue en la segunda edición a la que asistió, donde aplicó su propuesta de negocio y logró establecer una iniciación precavida pero bastante importante. Hoy, sus pasteles exhiben distintas esculturas de chocolate y una gama de sabores y colores extraordinarios. Pese a que tomó cursos de escultura, Víctor reivindica que sus conductas autodidactas le permitieron retroalimentarse a sí mismo.

También, comenta que uno de sus pasteles más trabajosos fue una escultura de chocolate, basada en una mujer de dos metros que configuró su primer paso en ese rubro. “Fue trabajoso, duró tres días realizarlo. Fue todo un proyecto”. Asimismo, menciona que elaboró una torta de 9 pisos, para un matrimonio en los Pantanos de Villa. Sin embargo, admite que se desplazaron en tres o cuatro carros: “Cada base debía tener su propia base. Fue una locura”. También, cuenta que estuvieron a punto de realizar la torta más grande del Perú, sin embargo, llegó la crisis.

Este rubro gastronómico implica que el chef pastelero nunca descanse. Se trata de un trabajo arduo que muchas veces es infravalorado. No obstante, Víctor asegura que para todo hay reglas y procesos. “Antes no era así. La gente piensa que yo solo hago las tortas. En SugarLab hay tortas en 3D y hasta esculturas desde cero. Los kekes los hace el área de producción”. Añade que no solo se trata de elaborar pasteles y recalca que es todo un proceso. “Ser dueño de una pastelería implica estudiar, ser buen gerente, dominar el marketing, la publicidad y la edición”, enfatiza.

A raíz de la crisis sanitaria, Víctor empezó a dictar clases gratuitas una vez por semana, con el fin de que la gente tal vez se atreva a continuar con las clases personalizadas. Esa fuente de ingreso le permitió que el personal continúe, que regrese el local, los trámites engorrosos, condicionar nuevamente el local, etc. Ahora, se ha convertido en la principal fuente de ingresos de la SugarLab. “Era algo que me preocupaba mucho porque toda la situación afectaría la rutina pastelera del negocio. Sabía que no podía quedarme de brazos cruzados. Tenía que actuar”, comenta.

El reconocido y destacado chef pastelero afirma que los cursos son un éxito. De igual manera, sostiene que en los talleres en línea se pueden encontrar más de 160 recetas, todas grabadas en sesiones de video. Como si fuese poco, existe una lista de reproducción gratuita con todas las enseñanzas. Recalca que cuenta con una buena cantidad de espectadores y que se alegra de haber invertido en tecnología para reforzar su taller. Víctor continuará realizando sus famosas esculturas y brindando conocimiento adicionales y eficientes a quien se Introduzca en dicho rubro.

Escribe: Renatto Luyo