Encontrarse con vinos de alto vuelto es darle sentido a la vida, al menos para los que estamos metidos hasta los huesos en este adictivo mundo de taninos. Luigi Bosca, la centenaria bodega mendocina, tiene toda la experiencia del mundo para generar estas sensaciones en los winelovers. Aprovechando la visita de Vicente Garzia hace unos meses, enólogo de esta firma, realizamos una cata vertical para entender mejor el desarrollo de las añadas del Gala 1 2015 y 2016, y Finca Los Nobles 2012 y 2013.
Estas experiencias son muy importantes para valorar el paso del tiempo en los vinos, y así poder distinguir lo que el terroir quiere mostrarnos año a año. Además, estos deliciosos ejercicios te muestran la mano y experiencia del enólogo para poder mantener, dentro de lo posible, el perfil de cada línea, acomodándose en las virtudes del año.
Empezamos con el Gala 1 2015 que es un blend de malbec, petit verdot y tannat. Se mostraba con un color rojo oscuro intenso y brillante producto de su juventud. En nariz se percibían notas de aceitunas negras, regaliz y tabaco. En boca era compacto. Un vino concentrado, de estilo moderno. Pero lo que más me gustó de este Gala 1 2015 fueron sus taninos maduros, su gran cuerpo y persistencia que despliega notas de toffee y granos de café producto de su crianza en roble. Armónico y de largo final de boca. Esta fuerza y elegancia las dan sus viñedos de más 90 años en ciertos sectores, aunque los tienen también de 30 años.
Las uvas vienen de Finca Los Nobles, Finca La España y Finca La Linda, todos en Luján de Cuyo (Mendoza). Solo el malbec pasa a barricas de roble nuevas donde se cría durante 14 meses. Terminada la crianza, se realiza el blend; luego se estabiliza, se filtra y el vino es embotellado. Antes de salir al mercado, se estiba en la bodega al menos un año.
En cambio, el Gala 1 2016 se mostraba un poco más rústico en boca, le faltaba un poco de botella, por ello no salió al mercado cuando llegó, pero dejaba soñar lo que se venía. Pues tenía una potencia por domar, y destaca esa violeta bien marcada, tan solo que la acidez en boca se percibía un poco dominante. Esto te decía que es de esos vinos que son para beberlos en los próximos diez años.
Luego, pasamos a la otra orilla. Se abrió primero el Finca Los Nobles 2012, que es un blend de malbec con petit verdot. Desde los primeros sorbos se notaba que el tiempo hizo un buen trabajo, y así también desde la vista, donde su color púrpura profundo llamaba la atención. Regalaba aromas equilibrados que recuerdan a frutos negros, moras, grosellas y ciruelas maduras, junto con notas de casis y algo de café, producto de su crianza en barricas de roble.
De a poco el vino se va abriendo y se hace aún más complejo. En la boca se expresa la fruta y ciertas especias en un marco de gran estructura y cuerpo. Sus taninos firmes y maduros le suman fuerza y carácter, en tanto su volumen aporta redondez y textura sedosa. Irá creciendo con el tiempo en botella. Para este vino se escogieron las uvas de sus viñedos de 90 años de Finca Los Nobles, Las Compuertas y Luján de Cuyo, Mendoza. Pasa por barricas nuevas donde realiza su fermentación maloláctica y se cría durante 20 meses. Estiba mínima en bodega durante 18 meses. Vinazo.
Sin embargo, su hermano menor, el 2013, era completamente distinto, mucho más pomposo en boca, fue un clima más cálido, ideal para ambas cepas. Garzia dijo que fue uno de esos años que no se olvidan, todo funcionó como reloj. En boca se abría muy bien, agudo desde el primer beso, dejando esas notas de frutas envueltas con violeta. Persisten y largo. La nariz con todos los matices de ambas cepas, pero su fortaleza estaba en boca. Una delicia. Y al menos para mí, que disfruto del músculo en los tintos, este caía como anillo al dedo. Una linda experiencia.
Escribe: John Santa Cruz
Columna publicada en la Revista Cocktail N°38