Los vinos Durigutti son la representación máxima del potencial oculto de Las Compuertas, Argentina. Desde su finca, los hermanos Héctor y Pablo Durigutti trabajan vinos con carácter que buscan retratar fielmente la diversidad de su región.

Imagina un vino que, además de calidad, nos ofrezca una historia, las tradiciones de un pueblo y la riqueza del suelo de su región. Este es el caso de los vinos de la familia Durigutti, cuya trayectoria ha cumplido 20 años de trabajo duro por enaltecer el nombre de Las Compuertas, un distrito ubicado en Luján de Cuyo

Se trata de una de las zonas más antiguas en la historia de elaboración de vinos en Argentina, pues fue allí donde nacieron los primeros Malbec del país. Hoy en día, este lugar está siendo revalorizado por sus viñas centenarias que han sido mantenidas por las generaciones de familias del lugar. Durigutti tiene un compromiso importante con la preservación de estos viñedos y busca crear vinos locales que mantengan los matices característicos de la región.

Dentro de Finca Victoria, el viñedo familiar de Héctor y Pablo Durigutti ha distribuido distintas cepas plantadas en alta densidad. Es así que en la propiedad se cultivan principalmente 15 hectáreas de Malbec, 2 de Cabernet Franc, 2.5 de Petit Verdot y 1.5 de Syrah. Sin embargo, también cuentan con plantaciones más pequeñas de Bonarda (Charbono), Cordisco, Nero D’avola, Marsan, Sevillón y Criolla Chica.

La característica principal que distingue a estos cultivos es que fueron sembrados sobre suelos ricos en minerales, aguas prístinas de deshielos de la Cordillera y crecen en alturas de entre los 900 y 1200 m.s.n.m. con una amplitud térmica marcada. Esto favorece al crecimiento sano de la vid, teniendo como resultado un producto orgánico y de un carácter marcado.

De cada cosecha han ido naciendo distintas líneas de vinos, cada una con un concepto distinto. Uno de ellos es «Cara Sucia», un conjunto que propone un vínculo con nuestros orígenes. En este caso, es el retorno a los primeros recuerdos de los Durigutti, quienes crecieron en Rivadavia, una región con amplia tradición vitivinícola del este de Mendoza. Como homenaje a su infancia, los vinos «Cara Sucia» son producto de la cosecha de un pequeño viñedo del este mendocino y tienen una gran carga simbólica familiar.

El «Cara Sucia Sangiovese» (2019), por ejemplo, es un tributo a Tullio Mattioni, familiar de los Durigutti que en los años 40’ plantó estacas de cepa sangiovese traídas desde Italia. En ese entonces, don Tullio embotellaba y vendía en damajuana sus vinos en el Federal 47’, el camión distintivo que viene impreso en las etiquetas de la línea. Cabe resaltar que todos los vinos de «Cara Sucia» se elaboran manteniendo un porcentaje mínimo de intervención. Se fermentan en huevos de hormigón y con levaduras nativas, con lo que afianzan su apuesta por la expresión más pura del origen de sus vinos y la identidad regional de Rivadavia.

La siguiente línea de vinos y, probablemente, una de las más significativas, es el «Proyecto Las Compuertas» donde Durigutti trabaja con la máxima interpretación de los suelos de la región con la mínima intervención posible. Dentro de la finca, las cepas se trabajan en cinco suelos compuestos por arcilla, limo, piedra, grava y arena. El riego realizado es a manto y se trabaja con expertos de la zona para asegurar la calidad de cada cosecha. Desde el nacimiento de la Finca Victoria, los dos hermanos se abocaron con pasión al estudio de los suelos como expertos del terroir.

Uno de los vinos más emblemáticos de esta línea es el «Proyecto Las Compuertas Malbec 5 Suelos», producto que alberga la identidad vitivinícola de la región y que es resultado de una correcta exploración del terruño. De la finca se obtienen cinco vinos diferentes de acuerdo  con el perfil de suelo presente en el terreno. Para preparar el «5 Suelos», cada vino se elabora por separado en huevos de cemento para que posteriormente se realice el corte final. Se hace de esta manera para capturar la esencia de la uva en su punto máximo de expresión y tener como resultado un producto de alta calidad.

Los vinos Durigutti representan un equilibrio entre las costumbres tradicionales y la innovación, pues en el proceso de fabricación se combinan técnicas ancestrales con tecnología moderna. Sin embargo, la belleza de la firma se alberga en el ímpetu por representar a un pueblo y, más que vinos, embotellar su identidad.

Escribe: Fiorella Gómez (@periodisteando.pe)